El juicio contra M. G. R. no llegó a celebrarse ayer en la Sección Séptima de la Audiencia de Sevilla porque el acusado reconoció los hechos y aceptó 15 años de cárcel por violación y un año por lesiones junto al pago de 90.000 euros de indemnización a la víctima.
Los hechos ocurrieron sobre las 7.30 horas de la mañana del 25 de diciembre de 2006, día de Navidad, en la zona de la Enramadilla de Sevilla, que en aquella época se encontraba cerrada al tráfico rodado debido a las obras de construcción del Metro, por lo que tampoco había viandantes, y el acusado se aprovechó de la oscuridad reinante.
Aunque el acusado y la víctima no se conocían, la identificación de M. G. R. fue posible por los restos de ADN que dejó en la joven y por su comparación con los que ya tenía la Policía, procedentes de un delito anterior.
M. G. R. fue condenado en 1994 por la Audiencia de Sevilla a 14 años de cárcel por violación, en 1999 a otros 8 meses de cárcel por un delito de agresión sexual y en 2002 un juzgado penal le impuso 21 meses por otra agresión sexual, además de acumular otra condena de siete meses por hurto.
La víctima fue una joven de 25 años que se dirigía a su trabajo en un hotel, a la que el procesado agarró fuertemente por el cuello, le metió los dedos en los ojos para cegarla momentáneamente, la agarró del pelo y le tapó la boca para evitar que pudiera pedir auxilio.
M. G. R. arrastró a la víctima hacia unos matorrales, le dijo enérgicamente: "¿Quieres morir? Te voy a matar" y le tapó la cara con la bufanda de la propia joven.
La víctima, según los hechos reconocidos por el acusado, se encontraba "presa del pánico y no reaccionaba", por lo que el procesado la tendió en el suelo boca arriba.
Allí la forzó a realizarle dos felaciones y la penetró vaginalmente en otras dos ocasiones, por lo que la sentencia le aplicará las agravantes de aprovechamiento de las circunstancias de lugar y tiempo y la de reincidencia.
La víctima quedó en un "lamentable estado de shock" y sufrió erosiones en la mejilla, heridas en el labio y la aleta nasal, en las dos caras del cuello, en la región escapular y en la vagina, de las que tardó en curar cuarenta días.
Además sufrió síndrome de estrés postraumático y necesitó de atención psicológica durante un mes.
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