Estepona

El retraso del nuevo recinto ferial obliga a mudar San Isidro, para molestia de los vecinos

Comienzan a llegar las primeras quejas de los vecinos, después de que el Consistorio comience a preparar un solar en el entorno del San Fernando para ubicar la feria de San Isidro, tras el retraso en la ejecución del futuro recinto ferial.

Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai

El titánico recinto ferial de Estepona no estará listo, como se esperaba, para la feria de San Isidro en mayo. Con una inversión municipal que supera los 4 millones de euros y que dotará al espacio de uso deportivo, además de ocio, el Consistorio es consciente de los retrasos de las obras y ya meses atrás buscó una ubicación alternativa para la semana de feria esteponera. Algo que conocen ahora los vecinos, tras descubrir cómo se está desbrozando una parcela en el entorno del campo de fútbol San Fernando. Y que ya ha provocado los primeros reparos. Y es que comienzan a llegar a la redacción de VIVA ESTEPONA las primeras quejas de los vecinos.

A continuación, reproducimos íntegramente, una carta remitida por vecinos del entorno.

Y MIENTRAS A MI NO ME TOQUE, “QUE ME QUITEN LO BAILAO”…

Dentro de poco, daremos la bienvenida a la primavera, y con ella regresan las alegres golondrinas, los días más luminosos y ¡la Feria de San Isidro en Estepona!

¡Qué gozo, que alegría! Además este año se celebrará en los aledaños del edificio donde vivo, ¡qué bien, qué bien!

Ya estoy haciendo los preparativos, me he agenciado una cestita atada a un cordel, así cuando me levante por las mañanas, me asomaré a mi terraza y la bajaré con la cuerdecita para que me la llenen de churritos recién hechos y chocolate bien calentito, pues así no tengo que bajar a la calle. Vamos, servicio a domicilio, por no olvidar otros detalles, dignos de cualquier celebración popular que se precie, como por ejemplo, todo un despliegue continuado de decibelios procedente de los coches de choque, tómbolas, montañas rusas, y demás atracciones y puestos de hamburguesas, que compiten entre sí para atraer al muy inestimable público.

¡Y qué decir de esos aromas de efluvios humanos en las esquinas!, y algunos incluso en las ruedas de los coches y también en mi portal, para que así se pueda decir que han sido las mascotas de los vecinos y los gatitos de la calle… Aderezado con el olorcillo de las patatas, churros y otros fritos, o perdón, refritos con aceite de… bueno, con aceite sin más, que tampoco es cuestión de quitarle el apetito a nadie.

¿Quién se puede resistir a estas y a otras exquisiteces? Una delicia que cada día será el acompañamiento perfecto para disfrutar de unas jornadas llenas de alborozo y diversión, al menos para unos cuantos. Sobre todo de aquéllos que, para ganar el parné, además de los feriantes que honradamente trabajan para obtener el pan de cada día, aquéllos que sisan al prójimo al mínimo descuido y, si pueden, en el mismo portal o llevándose el coche.

Y es que ya se sabe, en este país, donde se precie una buena feria ¡que se quite todo lo demás! Da igual si hay vecinos que podrían verse afectados por la contaminación tanto acústica como de otra índole, por no hablar de las borracheras, botellones e inseguridad que, desgraciadamente, atraen este tipo de acontecimientos en los actuales tiempos que corren, más por parte de personas procedentes de otras poblaciones que aprovechan en hacer todo lo que les place en casa ajena.

Y es que, lamentablemente, vivimos en un mundo sujeto a las tiranías en unos casos de las minorías, como por ejemplo los bancos y banqueros que marcan el pulso de toda una nación, o los terroristas y nacionalistas que traen de cabeza a un gran número de la población española, como de esas mayorías que imponen su interés de masa sin ningún tipo de criterio ecuánime, como es el caso de la celebración de la Feria de San Isidro en Estepona de este año, llevándolas a cabo en una zona urbana residencial (tipo A), aunque para ello haya que perturbar la vida de vecinos y conciudadanos mayores, jubilados, bebés, y trabajadores que a diario tienen que cumplir con sus obligaciones para pagarse la hipoteca y que, eso sí, cumplen religiosamente con sus impuestos municipales.

Pero hombre, ¿No tiene Vd., una madre, un primo o suegra donde ir a pasar las noches? Pues no, mire por donde, ni casita en el campo tampoco. Y es que ya se sabe, como se es una minoría, pues nada, nada, a aguantarse junto con la población extranjera que vive y son residentes en la zona y que tampoco tiene donde ir y ni voz ni voto para hacerse escuchar.

En fin, yo no quito ni pongo alcalde, ni hermandad o cofradía alguna, ni tradición o folklore que tan preciso es conservar, pues no se trata ni de una cuestión política ni tan siquiera devocional, sino que es cívico-social. Porque, lamentablemente, vivimos en una sociedad donde la falta de empatía, de respeto y consideración por el prójimo luce por su ausencia. Y es que ya se sabe, mientras a mí no me toque, ¡A vivir y que me quiten lo “bailao”!

¡Qué recuerdos aquéllos donde en las escuelas se enseñaba, con denodada insistencia, “urbanidad y buenas costumbres”! ¡Y qué digo! Aún más en casa, donde los padres también transmitían esos valores a sus hijos… Quizás era demasiada la insistencia en procurar hacernos conscientes en no procurar al otro lo que uno no quiere para sí, de manera que los niños salíamos traumatizados, según dicen algunos, con eso de comportarse educadamente.

Mejor ahora, que se puede contestar a la abuela mientras los adultos le ríen la gracia a la criatura, y pisar el callo al de al lado a la hora de subir al autobús. Y si no, no hay más que ponerse en una fila de esas redondas, sin orden ni turno, para acceder a cualquier medio de transporte público.

Ahí, curiosamente, y en no pocas ocasiones, son los más mayores los que propinan una serie de pisotones oportunos en el juanete del de al lado, y una buena metida de codo en las costillas, para poder ser el primero en subir. Un buen ejemplo para los jóvenes de cómo sobrevivir en la selva de cualquier población, sin importar un bledo lo que se pueda enseñar la juventud con estos comportamientos.

¿Que hay personas que no pueden tener derecho al descanso? Que se aguanten, y que no exageren que, al fin y al cabo, serán unos días de “ná”.

Y a llevar a los niños a las atracciones, a pasar la tarde y la noche, que luego nos recogemos en nuestras casitas cómodamente, sin ruidos, olores ni suciedad. Que incluso para eso algunos vivimos en otro pueblo, o en una buena zona residencial (otra que la nuestra). Eso sí, esperando paciencia y comprensión por parte de los que se quedan velando la feria, no por devoción sino por obligación.

El caso es que todo tiene su sitio y lugar adecuado: En las calzadas circulan los coches y no en las aceras, y las ferias se asientan en zonas sin urbanizar y no a pie de edificios habitados.

Por cierto, ¿alguien ha preguntado a San Isidro qué le parece todo esto? Pues seguramente, si fuésemos coherentes con la fe que decimos profesamos, en el silencio de la Iglesia o de nuestra habitación, hablando con él de corazón a corazón, seguramente nos transmitiría su desagrado a la hora de celebrar unas fiestas en su honor, bajo su advocación, teniendo para ello que infringir tanto trastorno y malestar a los vecinos del lugar.

Estoy segura que nos diría que preferiría que llevásemos una vida santa, ya que la mejor manera de celebrar la devoción es con el ejemplo que girase en torno al primer Mandamiento que nos enseñan ya desde que somos niños: El de “amarás a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”… ¡Uy! esto del prójimo, suena un poco -o bastante- a aquello que dijo antes de no hacer al otro no lo que no le gusta a uno para sí… Pues sí señor, algo de eso tiene.

Que sea uno católico, musulmán o protestante, budista o taoísta, el “otro” siempre es el semejante reflejo de uno mismo. Y para quien dice no creer en nada, y si tiene un poco de ética, con cierta cultura y educación, el no proferir mal alguno, es algo de sentido común.

Esto me trae a la memoria aquellas lecturas de vidas de santos que en el colegio como en casa, tanto nos animaban a fomentar. Tal como nos decía Sor Lucía, una de mis profesoras: “La lectura de la vida de los Santos nos enseña cómo ser santos, pues todos tenemos la capacidad y los dones para serlo. Es cuestión de querer y de obrar día a día con el ejemplo. Sus vidas nos edifican y enseñan a ser mejores personas, los hombres y mujeres del futuro de cada nación”. Habrá que retomar entonces a la lectura de esas vidas ejemplares, como la de San Isidro, San Francisco de Asís, Fray Martín de Porres, Santa Teresa de Jesús… Todas ellas compartidas por un hilo conductor: El de la humildad a mostrarnos que el verdadero camino de redención gira entorno a ese primer y esencial Mandamiento.

En fin, de todas formas, mientras sigamos resolviendo las cosas mirando para otro lado, entre palmas y taconeo, y a golpe de “cacicada” -porque todavía, en el siglo veintiuno, el caciquismo está en boga-, las sociedades no evolucionarán adecuadamente. Y en cuanto a los españolitos, por lo general aunque no todos, que somos más bien ruidosos, y que tanto nos gusta de la algarabía y la fiesta, seguiremos estando en esa clasificación de países de la “Categoría B”: Norte de África.

Y si alguien duda y se ofende, que por favor no lo haga, pues esa es la clasificación en la que figuramos algunos países según “los del Norte” de Europa pues, si se quiere viajar a ciertos destinos como Australia o Nueva Zelanda, en la Embajada de Londres se guían por esta clasificación. No es que nos tengan como ciudadanos de segunda división, como en el futbol, ¡Qué va! Simplemente del grupo “B”…

Un poco como los vecinos de Estepona que no tenemos segundas opciones ni otros recursos para ausentarnos de nuestras casas dejándolas, eso sí, a merced de los siempre atentos y avispados cacos y, en cambio, tenemos que pasarnos las noches y los días sin descanso durante esta Feria y probablemente otras celebraciones que la sucedan, que ya nos está oliendo que la cosa pinta como pinta… Que ya tal como reza el refrán: “Comer y rascar, todo es empezar” Y como le cojan el gustillo al lugar, y mientras las obras del nuevo recinto ferial no estén concluidas “a tiempo”, es lo que toca.

Pues no, señores, lo que toca es llegar a un consenso y estar dispuestos entre todos a encontrar alternativas con criterio y buen juicio, para que juntos podamos disfrutar de unas bonitas y merecidas fiestas de San Isidro, y participar con nuestras familias de las romerías, mercadillos y atracciones.

Rezaré a nuestro querido San Isidro para que su ejemplo de humildad, esfuerzo y sabiduría, nos ilumine a todos.

Porque, entre todos, está el hacer de este planeta un mundo mejor, que legar a nuestros hijos y, de Estepona, un lugar precioso e ideal con futuro y calidad de vida. Porque tal como también nos enseña la sabiduría popular: “Se recoge lo que se siembra”, o aquél otro refrán “Siembra vientos y recogerás tempestades”.

Por mi parte, estoy a favor de sembrar la Paz y la colaboración basada en la comunicación y resoluciones efectivas ¿Y tú?

M.E.L.M.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN