Jesús Nazareno se convirtió ayer en el centro devocional del Jerez cofradiero al protagonizar el Vía Crucis que anualmente organiza la Unión de Hermandades. Este tradicional acto piadoso tuvo caracteres extraordinarios dada su coincidencia con el 750 aniversario de la recuperación del culto cristiano en la ciudad.
Por tal motivo, el rezo de las catorce estaciones del Vía Crucis se llevó a cabo junto al lugar en el que se celebró la primera eucaristía, la antigua mezquita enclavada en el interior del Conjunto Monumental del Alcázar.
La imagen partió de la capilla de San Juan de Letrán poco después de las seis y media de la tarde, siendo portada entonces por un nutrido grupo de hermanas de Jesús. En la Alameda de Cristina se colocaron sillas para que las personas mayores atendidas en distintos geriátricos de la ciudad pudieran contemplar al Nazareno.
El cortejo estuvo integrado por un amplio número de hermanos, que portaron los característicos faroles de la cofradía que da nombre a la Madrugada del Viernes Santo. También se integró en esa comitiva la coral de San Pedro Nolasco, dirigida por José Carlos Gutiérrez, que estrenó un motete dedicado a Jesús Nazareno.
El acto en el Alcázar
Pasadas las ocho y cuarto de la tarde hizo acto de presencia el cortejo en el patio de Armas del Alcázar, donde se llevó a cabo el rezo y meditación de las catorce estaciones del Vía Crucis. El acto piadoso contó con la presencia del obispo de Asidonia-Jerez, José Mazuelos, así como de la Coral Catedralicia que dirige Ángel Hortas.
Posteriormente, Jesús Nazareno marchó al primer templo diocesano, donde monseñor Mazuelos ofreció la reflexión final que puso punto final al Vía Crucis.
El cortejo regresó a continuación a la capilla de San Juan de Letrán, tomando por la plaza del Arroyo hacia Curtidores, Peones, Carpintería Baja, Carmen, Sedería, Tornería, Rafael Rivero y Puerta de Sevilla.
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