El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, trabaja en una estrategia para intentar recuperar poder e influencia en la UE colocando a candidatos españoles al frente de los principales puestos de mando de las instituciones europeas, han informado a Europa Press fuentes del Ejecutivo.
Rajoy aspira no solo a situar a españoles en los primeros puestos de dirección de las instituciones, también en los segundos niveles (jefes de gabinete), no tan visibles como los primeros pero no por eso menos influyentes.
El jefe del Ejecutivo mantiene un férreo hermetismo en torno a sus candidatos, pero tiene claro que España está infrarrepresentada en la UE, donde debe recuperar poder e influencia. En la actualidad, el único español en uno de esos primeros niveles de dirección es el socialista Joaquín Almunia, comisario de Competencia y próximo a terminar su mandato.
A finales de 2012, España se convirtió en el primer gran país de la eurozona que perdió su puesto en el directorio del BCE desde su fundación en 1999. El luxemburgués Yves Mersch sustituyó a José Manuel González Páramo y desbancó al candidato presentado por el Gobierno español, Antonio Sáinz de Vicuña.
Hasta entonces, la tradición marcaba que los cuatro grandes de la eurozona --España, Italia, Alemania y Francia-- tenían garantizada su presencia entre los seis miembros del directorio del BCE. Pero la tradición se rompió debido a la presión de los países con máxima calificación crediticia 'triple A', que reivindicaban más poder en los cargos económicos de la UE.
A lo largo de este año la UE renovará cinco puestos claves en sus instituciones, empezando por la presidencia del Parlamento y la Comisión europeos, y siguiendo por la presidencia del Consejo Europeo, el Alto Representante de Política Exterior y, probablemente la presidencia del Eurogrupo en caso de que se convierta en un cargo a tiempo completo.
Para este eventual puesto de presidente a tiempo completo del Eurogrupo, que no podría ser compatible con una cartera ministerial nacional, suena con fuerza el nombre del ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, quien últimamente ha multiplicado sus cargos en Bruselas.
Rajoy se ha propuesto aprovechar esta fase de renovación de cargos para intentar colocar a España en el lugar que se merece, consciente de que en las negociaciones entrarán en juego los tradicionales equilibrios de poder entre los países del norte y del sur, y entre las familias políticas. "España no debe renunciar a nada en este momento", decía el jueves pasado el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo, amigo personal del presidente.
La primera institución que se renovará será la Eurocámara, que nunca antes ha tenido tanto poder y competencias como la que saldrá de los próximos comicios. Tradicionalmente, las dos grandes familias europeas, socialistas y 'populares' se reparten la presidencia en dos mandatos de 2,5 años.
Dos días después de las elecciones, el presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, ha convocado a los jefes de Estado y de Gobierno para discutir sobre quién sucederá a José Manuel Durao Barroso al frente de la Comisión Europea y sobre el resto de altos cargos comunitarios que deben renovarse.
Por vez primera en la historia de la UE, los ciudadanos conocerán antes de votar en los comicios para renovar la Eurocámara el próximo 25 de mayo quién es la persona que está llamada a presidir la Comisión Europea en el probable caso de que una de las dos grandes familias europeas, 'populares' y socialistas, ganen las elecciones.
Aunque al jefe de la Comisión lo eligen los jefes de Estado y de Gobierno de los 28, el Tratado de Lisboa establece que lo harán "teniendo en cuenta" el resultado de los comicios europeos. Los socialistas europeos ya han elegido a su candidato, el alemán Martin Schulz, actual presidente de la Eurocámara.
EL CONGRESO EN DUBLÍN
El Partido Popular Europeo (PPE) debe elegir al suyo en el congreso que celebrará en Dublín los próximos 6 y 7 de marzo. Hasta el viernes pasado se habían presentado formalmente tres candidatos, el exprimer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker --a quien apoya la CDU de Angela Merkel y que parte en principio como favorito--, el comisario de Mercado Interior y Servicios Financieros, el francés Michel Barnier, y el exprimer ministro letón Valdis Dombrovskis.
España no ha apoyado explícitamente a ninguno de los tres y en círculos gubernamentales y 'populares' no se descarta que surja algún candidato "tapado" que convenza más a nuestro país. "Está todo muy abierto", reconoce un alto cargo de Moncloa.
En la misma línea se pronunció la semana pasada el ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación, José Manuel García-Margallo. Preguntado si España apoya a Juncker o apuesta por otro perfil, respondió que nuestro país "debe apostar absolutamente a todo".
"Debe aspirar a que nuestro candidato sea el candidato a la Comisión Europea. Tiempo habrá si no se logra un consenso suficiente para eso para negociar uno de los otros puestos que también tienen importancia capital en el proceso de integración europea. Pero en principio España no debe renunciar a nada en este momento", ha dicho.
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