Cuando algunos miembros del Gobierno, especialmente la ministra de Empleo hace una valoración triunfalista sobre lo que ha significado la reforma laboral solamente le invitamos, por lo menos en el caso de Jaén, a que tire de la estadística, que no es engañosa, ni tendenciosa, ni sectaria. Los datos reflejan que hace dos años había en Jaén 83.700 parados y que ahora son 111.100, y es fácil consultar que entonces estábamos en el puesto 16 por desempleo y nos hemos puesto en el primero o segundo, con una tasa dramática por encima del 40%, ese registro al que estamos abocados cuando finalice la benéfica recolección de la aceituna si no hay quien lo remedie, y les prometo que no se esperan milagros. Esta es la dura y cruda realidad, que nadie venga a darnos sermones, de las administraciones lo único serio que nos importa escuchar es que esta situación tiene arreglo y que se van a poner todas a una en vez de jugar contra los intereses de la provincia como han hecho con la PAC, donde Jaén pierde, lo que sea, pero pierde, y nadie se da por aludido y encima las fuerzas vivas y los agentes sociales y económicos no son capaces de dar un puñetazo en la mesa en nombre de Jaén. Y claro, a perro flaco, todo son pulgas. Ahora nos dicen que los empresarios jienenses no se acogen a las ayudas del Ministerio para reindustrialización. Si ellos tienen que poner dinero o peor aún, si tienen que mendigarlo a los bancos, lo normal es que desistan por propia impotencia, aunque ahí nos gustaría ver a las organizaciones empresariales alzando la voz hasta desgañitarse y poniendo a cada uno en su sitio.
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