La Guardia Civil ha rescatado a 10 menores que eran utilizados por mafias de trata de seres humanos para facilitar el acceso a Melilla de inmigrantes irregulares, y ha imputado a 12 personas que manifestaban ser sus padres biológicos con el fin de garantizarse un procedimiento preferencial para acceder a Europa o para evitar un procedimiento de expulsión.
Según ha explicado la Guardia Civil en un comunicado, las mafias suelen lucrarse utilizando tanto a estos niños como a las personas que intentan acceder a nuestro país a cambio de dinero. Los menores rescatados, que eran captados y comprados en terceros países por organizaciones dedicadas a la trata de seres humanos, se encuentran bajo la tutela de los servicios sociales de la Ciudad Autónoma de Melilla.
Las investigaciones para esta operación, bautizada 'Herodoto', comenzaron el pasado año, cuando la Guardia Civil detectó un nuevo procedimiento utilizado por las mafias internacionales que tratan con seres humanos. Esta operación consistía en embarcar en pateras a mujeres con menores de edad, previo pago de entre 1.500 a 2.000 euros por persona, para acceder a la ciudad de Melilla.
Tras las primeras investigaciones los agentes determinaron que esos menores podrían no ser los hijos biológicos de quienes decían ser sus madres o conformaban una unidad familiar.
Por este motivo se puso en marcha un protocolo de actuación en el que han colaborado INTERPOL, la Fiscalía de Menores, autoridades judiciales, el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI), la Dirección General del Menor y la Familia de la Consejería de Bienestar Social y Sanidad de Melilla, así como la Universidad de Granada.
En el marco de este protocolo se realizó la prueba de ADN a 12 personas de procedencias subsahariana y argelina, con las que se ha puesto de manifiesto que en 10 casos no había vinculación biológica con los supuestos progenitores.
MENORES CAPTADOS Y COMPRADOS EN TERCEROS PAÍSES
Los menores eran captados y comprados en terceros países por las organizaciones dedicadas a la trata de seres humanos. Posteriormente eran entregados a inmigrantes adultos, también captados por estas redes para ser explotados en Europa. De esta forma la organización se aseguraba que los menores actuaban de "seguro o salvoconducto", en su objetivo de acceder por vía marítima a Melilla.
Las mafias embarcaban a los adultos junto a los menores en pateras, donde el adulto solía abusar de su superioridad y de la vulnerabilidad del menor poniendo en riesgo sus vidas, salud e integridad física.
De hecho, en una ocasión se recuperó el cuerpo de un menor fallecido por ahogamiento en el mar, cuyo cadáver no fue reclamado por ninguno de los inmigrantes que iban en la patera. En otras ocasiones, cuando los inmigrantes eran interceptados por alguna patrullera de la Guardia Civil, amenazaban con lanzar al menor al agua, o incluso prender fuego a la embarcación en la que viajaban.
También se ha dado el caso de localizar a una inmigrante registrada en el CETI como madre biológica de un menor, y que tras abandonar el Centro con el pequeño, entraba de nuevo en las instalaciones con el mismo menor, pero con otra filiación y otra madre biológica.
Asimismo se ha detectado a varias inmigrantes del CETI que decían ser madres biológicas de un mismo menor, con el fin de ser registradas como una unidad familiar. Llegó a comprobarse que este menor había sido vendido por 20.000 dinares por su verdadera madre biológica, que también se encontraba acogida en el mismo centro. También se han dado casos de unidades familiares registradas en dicho centro que al saber que estaban siendo investigadas por los agentes han abandonado el lugar con el menor.
TRATA DE SERES HUMANOS
Según la Guardia Civil, las mafias de trata de seres humanos suelen actuar en varias fases. En una primera fase en el país de origen, las víctimas son captadas mediante el boca a boca, o en el entorno familiar o vecinal, mediante ofertas de trabajo, contratos laborales o cartas de invitación.
En la fase de traslado, las mafias entregan las documentaciones falsificadas (pasaportes, visados, billetes) a las víctimas y son trasladadas por vía terrestre, marítima o aérea hasta su lugar de destino.
En una tercera fase las víctimas son llevadas a los lugares previstos para el alojamiento (pisos, naves agrícolas, casas de acogida temporal), donde se les retira los documentos y suelen ser sometidas a violencia física o psicológica. La última fase es la de explotación.
Las víctimas de trata no están dadas de alta en la Seguridad Social, son sometidas a condiciones laborables inadecuadas, salarios muy bajos, horas de trabajo excesivas, entre otras cosas. En los casos más extremos son explotados sexualmente, u obligados a practicar la mendicidad o la servidumbre.
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