“Me gustaría daros un abrazo a todos”. De esta forma agradeció el cronista oficial de la capital, Vicente Oya Rodríguez, la inauguración de una plaza con su nombre en el parque del Seminario, que se llenó de familia, amigos y compañeros del querido jienense.
Persona entrañable que derrocha sensibilidad humana y profesional a la hora de escribir, ayer recibió uno de los homenajes más sentidos, pues se le reconoció su esfuerzo como historiador, escritor, periodista y como “el mejor cronista oficial que podía tener la ciudad del Santo Reino”, como reconoció el alcalde, José Enrique Fernández de Moya, que descubrió con Vicente Oya la placa que lo recordará siempre.
Después de medio siglo escribiendo, este comunicador y periodista nato, prometió ayer que recopilará en una bibliografía sus escritos y los donará a los ayuntamientos de Jaén y de Cambil, su pueblo natal, en forma de agradecimiento al “generoso gesto” de tener desde ayer una placa con su nombre en la ciudad.
Rodeado de su mujer, Isabel Jiménez, sus hijos Vicente e Isabel, y su nuera Teresa, dedicó el homenaje a su familia, también a su hermana Mariela y a sus hermanos ya desparecidos Antonio, Felipe y Manuel. Y es que su hermano Felipe Oya Rodríguez, abogado y concejal, tiene una calle con su nombre en Jaén, y no quiso que quedara en el olvido. “Al poner mi nombre y apellidos a esta plaza me otorgáis una carta de vecindad en un espacio que para mi es una parcela del paraíso de Jaén, en el que me convierto en vecino del Camarín y estoy cerca de Nuestro Padre Jesús, y desde el que se ve la Catedral y en ella el Santo Rostro, que pone cara a la gente de Jaén”, dijo Vicente Oya.
La capital es el Jaén de sus amores y agradeció el reconocimiento, del que fueron testigos autoridades civiles, eclesiásticas y culturales de la ciudad, incluso el alcalde de Cambil, que se desplazó para acompañarlo en un día tan especial.
Con una más que dilatada carrera profesional, Vicente Oya ha escrito de Jaén y ha defendido siempre esta ciudad, que ayer le devolvió la constancia, delicadeza y cariño periodístico que sólo un cronista de su talla podía brindar a esta ciudad. Enhorabuena.
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