El Loco de la salina

Do, re, mi, fa, sol

Los que escriben tales cosas tratan a los santos como si fueran tontos de remate.

Antesdeayer fue el día de Santa Cecilia, Patrona de la música. Y seguramente, preocupado por otras urgencias, usted ni se enteró. Aquí en el manicomio la fecha del 22 de noviembre la celebramos mucho, porque somos conscientes de que la música amansa a las fieras y sobre todo a nosotros. Cantamos lo que sea desde que nos levantamos y muchas veces lo hacemos por no llorar.

Algunos locos, mientras se afeitan, entonan melodías extrañas, y oyendo su pésima entonación pasa por mi desquiciada mente que estarían más guapos en silencio, pero alcanzo a comprender que así puede que sean más raros pero más felices. Entiendo que dedicar un día a la música es quedarse muy cortito. Creo, como dijo alguien, que, si no fuera por la música, habría más razones para volverse loco. Pero en fin, cantar es gratis, aunque generalmente se confunde la música con el ruido y esto puede comprobarse en cualquier discoteca.

Como tenía el día libre y el tema me ha apasionado desde siempre, me metí en la biblioteca y quise enterarme de por qué Santa Cecilia es Patrona de la Música. Me intrigaba la cosa. Después de tirarme muchas horas muertas investigando como un loco, he sacado algunas conclusiones sobre la cuestión. El 22 de noviembre, día del nacimiento de Cecilia, se ha convertido en una fiesta tan importante, que se celebra en todo el mundo, aunque alguno para la música tanga un oído aquí y el otro en Cartagena. El nombre de Cecilia lo llevan varias santas y es muy fácil confundirse. Sin embargo Santa Cecilia de Roma, la que nos ocupa, murió en el año 230 después de Cristo evidentemente, que ya ha llovido, condenada por el alcalde de Roma por no renegar de su fe.

Tengo que confesar que he sentido vergüenza ajena al leer la cantidad de pamplinas que se han ido fraguando a través de la Historia sobre la vida de muchos santos y santas. Mira que entre estas cuatro paredes se dice al cabo del día una variedad increíble de tonterías. Pues nos quedamos cortos, si se nos compara con la imaginación de algunos de esos autores. Los que escriben tales cosas tratan a los santos como si fueran tontos de remate y los meten en unas historias que no se las creen ni ellos. Y lo peor es que de rebote consideran imbéciles a los que las leen. A ver si el Papa Francisco mete mano y pide a los interesados que ahorren palabras e historias que lo único que consiguen es idiotizarnos. Sirva como ejemplo la historia que nos meten sobre esta misma Cecilia. Se cuenta que “fue condenada a morir sofocada en el baño de su casa, pero por más que los guardias pusieron en el horno una enorme cantidad de leña, Cecilia pasó en el baño un día y una noche sin recibir ningún daño y que en vez de asfixiarse, cantaba gozosa”.

Yo no sé si a ustedes les pasará lo mismo que a mí, pero, cuando me voy a meter en la ducha y está el agua un poco caliente, doy marcha atrás y hasta que no sale algo más templada no tengo lo que hay que tener para ponerme debajo. Y del resfriado que se puede coger estando un día y una noche a la espera ni hablamos. No soy santo, pero tampoco hace falta serlo para entender que no es muy normal lo que nos cuentan estos iluminados.

Después me he querido enterar de por qué en 1594 Gregorio XIII nombró a Cecilia Patrona de la música y les aseguro que me ha sido imposible. Es verdad que se representaba a la santa siempre con un instrumento en la mano, pero nadie sabe por qué. Parece que alguien hizo una mala traducción de un pasaje de su hipotética vida y se le colgó la leyenda musical de la que ya no se libraría a través de los años.

Lo que tengo claro es que la música es maravillosa y que merece una atención mayor por parte de los que tantas veces avanzamos por la vida sordos y mudos con el do, re, mi, fa, sol en la boca.

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