Las noches de otoño en Jaén son frías, sobre todo para quienes duermen en la calle o en el interior de un cajero. Es la realidad de la capital desde hace una semana. La llegada de centenares de inmigrantes en busca de trabajo en la campaña de aceituna y la falta de espacio para cobijarlos a todos, ha hecho que los cajeros de los bancos sean el lugar donde se resguardan del frío.
Pero también duermen a la intemperie, con una manta que rodea sus cuerpos, que no deja ver más que la necesidad por la que están pasando. Para dar calidez a las frías noches y a la soledad de quienes han llegado a Jaén desde múltiples países, Cáritas organiza grupos de voluntarios que salen todas las noches para atender a quienes no tienen hogar. Hoy se abre el albergue y muchos dormirán en camas y tendrán lugar para asearse, pero sólo por tres días, por lo que las salidas se prolongarán durante toda la temporada.
La noche empieza para los voluntarios en torno a las nueve. Se citan en el Hogar de Santa Clara, donde se calienta la leche con cacao y se llenan mochilas de galletas y otros productos no perecederos con los que alimentar el hambre de los inmigrantes.
Coordinados por el animador de calle de Cáritas Diocesana, Álvaro Montejo, los voluntarios representan a numerosos colectivos de la ciudad, entre ellos parroquias, cofradías y asociaciones vecinales.
VIVA JAÉN compartió una noche de atenciones con cuatro jienenses, todos varones, de la parroquia de San Félix de Valois, que quisieron mantenerse en el anonimato y que llevan más de cinco años repitiendo la experiencia.
Buscan los cajeros automáticos del Paseo de la Estación, de la Avenida de Madrid, del Gran Eje y los alrededores del centro de transeúntes. Una vez que comprueban que en el interior hay personas, piden permiso para entrar. La respuesta es casi siempre positiva.
La voluntad de ayudar con algo caliente que llevar al estómago y con una conversación sobre la situación por la que atraviesan, da confianza a quienes pasan la noche en el cajero, un improvisado dormitorio marcado por el color de las mantas y el lugar en el que duerme cada persona. No hay nada más.
Son pocos los que rechazan un vaso de leche caliente y algo que comer para intentar conciliar el sueño después de un día duro, tirados en la calle, vagando de un punto de la ciudad a otro buscando a “un jefe” que los contrate para la aceituna.
Es lo que le comentan a los voluntarios, con los que charlan, con los que comparten sus vivencias y de los que reciben información sobre lugares de especial atención a sus necesidades. Se les comunica que en el centro El Jordán pueden desayunar cada mañana y asearse y que en el comedor de la parroquia de San Roque encontrarán a partir de las 19 horas un plato caliente que llevarse a la boca.
En declaraciones a VIVA JAÉN, los inmigrantes aseguraron que es de agradecer el gesto de los voluntarios, señalando que a ellos no les da miedo acercarse y ayudarlos, reclamando a la sociedad en general que no los miren como delincuentes. “Venimos a buscar trabajo. Cualquier persona se puede ver en esta situación”, reconocen.
Como los voluntarios de Cáritas, personas de Cruz Roja también se organizan para cubrir las frías noches para quienes no tienen dónde dormir ni qué comer.
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