Notas de un lector

Más cine, por favor

De actores y actrices, de directores y guionistas, de escenas y mitos cinematográficos de ayer, de hoy y de siempre, nos habla Miguel Cane

Cada día somos menos -y es algo que compruebo cada mañana-, los que compramos el periódico en el quiosco, los que leemos los libros en papel y los que aún entendemos el hecho de ir a un cine como un rito casi mágico: acudiendo a salas de toda la vida, alejadas de los multicines de los centros comerciales.
Pero sin duda que los tiempos han cambiado y algunos  datos son poco esperanzadores. En los años setenta, por ejemplo, había en Madrid quinientos cines. Hoy día, hay poco más de treinta. Confieso que es desolador pasear por las calles de mi ciudad y reconocer detrás de supermercados o de simples escombros, lo que fueron aquellas estancias donde aprendí a soñar gracias a la fascinación de tantas y memorables películas como he visto. Y de las que siempre recordaré títulos, frases, escenas y diálogos inolvidables que, como a cualquier cinéfilo, le ha permitido amar como se merece el bien llamado séptimo arte.

Precisamente de actores y actrices, de directores y guionistas, de escenas y mitos cinematográficos de ayer, de  hoy y de siempre, nos habla Miguel Cane (Ciudad de México, 1974), en su nuevo libro: “Pequeño Diccionario de Cinema para Mitómanos Amateurs” (Editorial Impedimenta, Madrid, 2013). Cane, que se define como un “excéntrico a tiempo completo, practicante del dandismo y la mitomanía amateur”, es ante todo un amante empedernido de este género (hasta su nombre recuerda al de su admirado Michael Caine).
Afirma Daniel Krauze en su prólogo, que hay libros enciclopédicos dedicados al cine que sólo pretenden entretener brincando de la A a la Z, con el único propósito de hacernos perder el tiempo de manera amena. Sin embargo, el libro de Cane -nos dice-, “es una puerta de entrada a lo que llamamos cinefilia”, una invitación para desempolvar la filmoteca personal y viajar a través de sus filias y sus fascinaciones.  

El autor mexicano, reconoce que un simple diccionario onomástico o biográfico, “acaso tiende más a ser una suerte de devocionario, una especie de altar donde se adorar a nuestros mitos más amados”. Y así, lejos de encontrar una filmografía detallada de un determinado actor, o referencias a nombres sobre los que casi todo está dicho, Marilyn Monroe, James Dean…, hallaremos aquí un compendio de figuras ilustres, un cine sin el corsé de las fronteras, un repertorio de protagonistas orquestados al compás y pasión del autor.

     Ilustrado por el sugeridor lápiz de Ana Bustelo, el lector tiene ante sí un monumento al anecdotario, referencias a lugares y personajes…, en un ejercicio de fervor idólatra hacia el esbelto cuello de Audrey Hepburn -a la que está dedicado el libro-, o a las lágrimas de Liv Ullmann, pasando por el conmovedor grito de Vivian Leigh jurando que nunca volverá a pasar hambre. La riqueza del volumen está en su polivalencia, y por ello, no faltan numerosas referencias a otros filmes, momentos y escenas que nos conmovieron en la oscuridad de una sala, besos robados, finales grabados en la memoria, títulos y frases que conforman el verdadero espíritu cinematográfico…,y que Miguel Cane ofrece a los devotos (o no) del séptimo arte.
Felicitémonos pues por este altar portátil de la más varia idolatría cinéfila. The end.

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