Con una media de 230 espectadores por sesión han sido casi dos mil los ciudadanos que se han acercado durante los meses de julio y agosto al Patio del Edificio San Agustín para disfrutar de las noches del ‘Cine de verano’, uno de los programas de mayor éxito de la oferta cultural de nuestra ciudad.
Este programa, que se puso en marcha hace un cuarto de siglo y que se ha desarrollado cada verano ininterrumpidamente, ha tenido varias ubicaciones en su andadura como ‘El Hospitalito’, donde comenzó, los patios del antiguo Colegio San Agustín y del Colegio San Luis Gonzaga y el Monasterio de la Victoria. Y han sido multitud los espectadores que año tras año han acudido al cine de verano a lo largo de estas dos décadas y media.
Pero, ha habido dos características que han permanecido inalterables: primero, las proyecciones al aire libre y siempre en versión original subtitulada. Y segundo, una programación en la que prima la calidad de las películas antes que su carácter comercial y haciendo una apuesta por el cine “cultural”, “de autor”, “independiente”, de “arte y ensayo”, etc. En resumen, un cine diferente aunque siempre interesante y de calidad.
Y éstas han sido las características que han primado en los títulosprogramados durante la edición de esta temporada estival, en la que se decidió retomar la programación de ‘clásicos de verano’, abordando, desde distintas perspectivas, cómo el cine ha adoptado el verano como fuente inagotable de historias por ser una estación única, personal y diferente. De igual modo, también se ha optado porque los espectadores tengan la oportunidad de reflexionar sobre temas y acontecimientos que sucedieron en la segunda mitad del siglo XX o en sus albores, algunos de las cuales aún tienen su reflejo en la actualidad, y que aparecen retratados en sus respectivas tramas. No son sólo grandes películas sino que abordan, desde la particular óptica de sus creadores, cuestiones de interés: el fracaso del llamado ‘sueño americano’, con ‘El nadador’; los efectos devastadores de la guerra y del primer ataque nuclear de la historia en ‘Lluvia negra’; el poder y la corrupción en ‘Sed de mal’; el mítico concierto de ‘Woodstock’ o la perspectiva cómica de la emigración española durante el Franquismo, en ‘¡Vente a Alemania, Pepe!’.
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