Según el profesor Sebastián Sánchez, la técnica se basa en la separación de las tres fracciones que posee el recurso y darle a cada una de ellas una aplicación concreta a través de dos técnicas llamadas hidrólisis enzimática y fermentación. Así, los restos de hojas se destinan a la alimentación animal, los restos de madera a la combustión directa y los tallos o ramas de menos de cinco centímetros, astillas, al proceso bioquímico y termoquímico, que es el interesante.
Las fracciones de los residuos de poda se caracterizan en relación a su composición en celulosa, hemicelulosa, lignina, extractos y cenizas, caracterización que también se realiza en el residuo sólido que queda después del proceso de fermentación, de forma que se limiten las alternativas viables para este residuo, antes de que se use para la producción de bioproductos y gas combustible.
El proceso que utilizan se denomina hidrólisis enzimática, aplicándole agua a determinadas temperaturas y presiones a las fracciones de hemicelulosas y celulosa con el objetivo de liberar moléculas de glucosa, xilosa y otros azúcares que puedan ser compuestos fermentables. El siguiente paso consiste en el acondicionamiento del hidrolizado obtenido, una fermentación posterior con levaduras y un proceso de gasificación del residuo sólido resultante.
Así, para aprovechar de forma integral este residuo, la madera se destinará a combustión; la hoja a alimentación animal y a producir antioxidantes, y las astillas -las llaman “fracción Ramón”- a la gasificación para producir electricidad con pequeñas turbinas (una tecnología que ya está puesta a punto) y a la hidrólisis y fermentación para producir etanol y xilitol, tecnología que se encuentra en fase de desarrollo en la actualidad.
Glicerina cruda
La producción de biodiesel también lleva parejo la generación de otros subproductos, como la glicerina cruda, en cantidades tan altas que es necesario buscarles salida por la saturación del mercado y los altos costes de purificación para destinarla a otros usos. Ante esta realidad, la empresa granadina Neuron BPh ha patentado un nuevo proceso de producción de biodiesel a partir de este subproducto, es decir, a partir de la glicerina cruda excedentaria.
La clave de este proceso está en la selección de una colección “exclusiva” de microorganismos capaces de consumir grandes cantidades de glicerina cruda para su crecimiento, generando aceites de una composición similar a los de las semillas de girasol o colza, cumpliendo además la normativa EN14214 que rige estos productos.
A partir de esta “biomasa microbiana” se pueden extraer los metil-ésteres mediante los procedimientos habituales para obtener el aceite que se transformará en biocombustible. Además, posee un contenido en materia grasa en forma de triglicéridos -en una proporción superior al 30-40% de su peso seco- que puede mezclarse con las semillas vegetales para incrementar el aceite obtenido.
Con el uso de este nuevo método, se puede dar salida a los varios miles de toneladas de glicerina que se generan anualmente con la producción de biodiesel, mientras que también se abre la posibilidad de usar la glicerina como materia prima para la biorrefinería basada en aceites vegetales, creando productos de valor añadido muy atractivos para las empresas del sector.
Combustible de los restos de naranja
El Centro Tecnológico para el Desarrollo del Sistema Productivo vinculado a la Agricultura Onubense, Adesva, está colaborando con la empresa Cítricos del Andévalo SA, del Grupo García Carrión, en un proyecto que pretende aprovechar como combustible los residuos de pulpa y cáscara de naranja, procedentes de la industria transformadora de zumo de naranja.
Estos residuos tienen un escaso valor económico, por lo que el compromiso social del proyecto es fundamental ya que, además de disminuir el impacto medioambiental que supone un volumen tan elevado de residuos, constituye un importante ahorro energético, optimizando recursos hídricos.
Con este objetivo se va a construir una planta integral de revalorización de residuos cítricos en Villanueva de los Castillejos, donde se ubican las instalaciones de Cítricos del Andévalo, para fabricar pellets para calderas industriales y domésticas, así como piensos para animales.
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