Hace unos meses y en este mismo periódico expuse mi opinión sobre la oportunidad de explotar nuevamente el yacimiento de Aznalcóllar basándome en dos premisas: la conveniencia de aprovechar los recursos naturales públicos para generar riqueza y trabajo de una parte, y de otra la existencia de técnicas, métodos y legislación suficientemente adecuados para permitir y garantizar la posibilidad de una minería segura y responsable.
Dando por sentado que existe una Administración andaluza suficientemente profesional y capacitada (proclamo este acto de fe y me olvido de políticos y sindicalistas irresponsables que aún subsistan), defiendo abiertamente el criterio y la posibilidad de que se vuelvan a explotar y aprovechar los recursos mineros en el área de Aznalcóllar, aunque explicitando detalles muy concretos.
Existen aún 38 millones de toneladas como reservas mineras probadas y planificadas para su explotación en el contexto de la denominada Corta Los Frailes, valoradas comercialmente a los precios actuales de mercado en 3.100 millones de euros, teniendo en cuenta los distintos metales existentes (Cobre, Plomo, Zinc, Plata) y sus recuperaciones mineralúrgicas. Por supuesto, la probabilidad de incrementar el recurso minero es muy alta en cuanto se amplíe la investigación subsiguiente, tanto en profundidad como lateralmente.
Ello constituye un indiscutible y favorable hecho que ha de servir para la generación de un importante desarrollo laboral y social en la zona, que debe estar acompañado de unos criterios de continuidad basados en planteamientos imaginativos pero reales que permitan la prolongación de la dinámica de empleo una vez explotado y finalizado el recurso minero, recurriendo a otros tipos de aprovechamientos ambientales que dilaten los tiempos y el mantenimiento de la actividad al margen del asunto exclusivamente pétreo.
Sugiero que en concurso público instado por la Junta de Andalucía se dé prioridad al estudio, análisis, posibilidad y propuesta de cambiar el sistema de explotación, sustituyendo el cielo abierto por la minería subterránea, lo que minimizará notoriamente los riesgos de contaminación general por Drenaje Ácido de Minas al eliminar drásticamente el movimiento de un importante volumen de materiales estériles contaminados con pirita diseminada, procedente de la teórica Corta de Los Frailes, estimado en 43 millones de toneladas, y primando además que el sistema de relleno de la mina se produzca con la mayor parte de los propios residuos mineralúrgicos una vez secos.
La ubicación de cualquier hipotética acumulación de estériles excedentes del tratamiento debe realizarse completamente en seco y sin riesgo de acumulaciones de aguas de escorrentía –que se acidificarían- además de que su ubicación tenga una base de materiales paleozoicos que confiera una estabilidad geotécnica adecuada al recinto.
La ubicación de la Planta de Tratamiento Mineralúrgico debe estudiarse sobre la base de circunstancias específicas que confieran una serie de garantías absolutas a Doñana, teniendo en cuenta:
a) La existencia de zonas LIC
b) La existencia de otra explotación relativamente próxima (Cobre Las Cruces) cuya evolución histórica en los próximos años lleva asociada la necesidad de tratamiento de sus sulfuros primarios mediante un sistema de recuperación para el que no es válida la Planta de Procesamiento que existe actualmente (pensada exclusivamente para el cobre secundario), por lo que resulta más que razonable instar una Planta de Tratamiento común de los minerales primarios procedentes de ambas explotaciones, Las Cruces y Aznalcóllar, lo que indudablemente condicionará la ubicación de la misma.
Hay que priorizar los sistemas de tratamiento pasivo desarrollados experimentalmente en todo lo relativo a aislamiento, inertización y restauración de escombreras mineras y a neutralización del Drenaje Ácido de Minas que se produzca, campos estos en los que la Universidad de Huelva ha conseguido importantes avances científicos.
Por último, estudio, control y adecuación de la antigua Corta de Aznalcóllar en la que se han almacenado los lodos retirados por la rotura de la balsa de estériles y los de la última etapa de tratamiento mineralúrgico antes del cierre definitivo de la actividad minera por Boliden, así como neutralización e inertización de las escombreras antiguas en las que se han enterrado cinco millones de toneladas de cenizas de pirita humectadas con residuos peligrosos (ácidos arsenicales procedentes de la antigua fábrica de ácido sulfúrico de Foret en Huelva), lo que les confiere un elevado poder contaminante que debe ser controlado.
No olvidemos que Aznalcóllar, Tharsis, Concepción y Riotinto fueron por muchos años el sumidero desbocado de los residuos industriales del Polo Químico de Huelva y que toda área sometida a explotación minera tiene susceptibilidades ambientales y preocupaciones sociales.
El proceso no es fácil ni sencillo, pero sí posible. La cuestión básica es que se mantenga viva la Memoria Histórica de los desafueros y barbaridades técnicas y legales que en Aznalcóllar se cometieron, y se aporten soluciones reales y definitivas que contemplen el conjunto de los problemas allí existentes (no sólo los vinculados a la nueva explotación). Doñana y los andaluces se lo merecen.
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