Si había algún resquicio de duda sobre las actuaciones que se pudieran llevar a cabo en el estuario del Guadalquivir por parte de la Autoridad Portuaria de Sevilla, la confirmación por parte del Ministerio de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente de que la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) de 2003 sigue en plena vigencia, da carpetazo oficial al dragado en profundidad, al menos sin llevar a cabo las medidas correctoras que incluía el dictamen científico.
La notificación de la vigencia de la DIA de 2003 la hacía pública ayer el presidente de la Autoridad Portuaria de Sevilla, Manuel Fernández, a través de Europa Press, y añadía que su institución “siempre” ha contado con este extremo. Sin embargo, era el único resquicio legal al que se agarraban para seguir adelante con un proyecto que deja al margen las consideraciones del dictamen científico incluido posteriormente en la DIA y que establecía como obligatorias para desarrollar cualquier actuación las medidas correctoras.
Fuentes del Ministerio de Medio Ambiente ha confirmado que esta notificación va en la línea de lo expresado por el ministro Arias Cañete a principios de junio en el Senado, cuando afirmaba que “el dragado del Guadalquivir depende de que el proyecto incluya todas las medidas correctoras exigidas en la Declaración de Impacto Ambiental”. Y esas medidas correctoras son previas, puesto que lo que afirmaba el dictamen científico era que el estuario estaba “colapsado”, e implica, según Cañete, que habrá dragado “cuando estén protegidos los márgenes del estuario, no se ataque a Doñana y cuando se pueda permitir el desarrollo normal de los cultivos”.
Desde WWF-Doñana, Juanjo Carmona asegura que esta notificación no hace sino confirmar que las conclusiones científicas eran vinculantes y pone el énfasis en la necesidad de que todas las administraciones, con la participación de todos los sectores, incluido el Puerto de Sevilla, “se sienten a definir un plan de recuperación del Guadalquivir”
El dragado no lo es todo
Para el ecologista, “el debate no es si hay dragado o no sino que el equilibrio del Guadalquivir está roto”, y pone de ejemplo lo que está ocurriendo con la playa de Matalascañas, donde el comportamiento del río está desviando las zonas de depósitos y provocan la regresión de las playas.
“El objetivo es solucionar el problema del Guadalquivir y entonces, cabrá cualquier cosa”, asegura Carmona, que incide en que se está abordando el problema de un estuario “como si el dragado fuera todo, pero no es sólo un canal de navegación”, recordando que en el río confluyen más aspectos que hay que tener en cuenta y hay que resolver con el dictamen de los científicos.
El dragado en profundidad proyecta incrementar el calado del canal de navegación desde 6,8 metros en el tramo de la desembocadura hasta los 8,0 metros y desde los 6,5 metros en el canal fluvial hasta los 7,60 metros; ello no se haría en las márgenes ni en toda la sección del cauce, sólo en los tramos necesarios.
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