El interno, de unos 50 años y natural de Jerez, contaba con un amplio historial delictivo que se remonta hasta el año 1982, y se encuentra actualmente en situación de primer grado, aislado del resto de reclusos. El día de la agresión, rompió uno de los azulejos de la sala, y con los fragmentos del mismo amenazó supuestamente y llegó a agredir a varios funcionarios, que se vieron obligados a utilizar la fuerza legalmente necesaria para reducirle, según relató en su día el CSI-CSIF.
Fuentes consultadas por este diario mencionaron que el preso podría haber estado sufriendo de síndrome de abstinencia en el momento del incidente, un dato ni confirmado ni desmentido por la dirección del centro.
En cualquier caso, antes de la agresión se le había intervenido al interno droga en dos envoltorios que supuestamente había ingerido y que expulsó dos días después. Las fuentes consultadas confirmaron que estaba considerado como un preso "conflictivo y muy peligroso".
Recuperación
En cuanto a la evolución de los heridos en el incidente, fuentes del CSI-CSIF afirmaron que ésta “es favorable”. En su momento se comunicó que las heridas habían sido “de diversa consideración”.
Este diario pudo saber que uno de los funcionarios sufrió una fractura leve en una mano, otro resultó con cortes por todo el cuerpo, un tercero sufrió un cabezazo supuestamente a manos del presunto agresor y otro más recibió los golpes en una pierna, sin que se conozcan más detalles sobre sus lesiones.Como es natural, todos ellos continúan de baja médica.
Protesta
Desde CSI-CSIF denunciaron que estos hechos “son fruto de la masificación y la falta de personal que sufren desde hace bastante tiempo los centros penitenciarios andaluces y que venimos constantemente denunciando sin que por parte de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarías se busquen soluciones efectivas”.
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