Cuando en la mañana del viernes 14 de junio su Alteza Imperial el Príncipe Naruhito ponga sus pies en la orilla coriana del Guadalquivir estará también poniendo el respaldo de su rúbrica a una hermosa historia de amistad entre los pueblos coriano-sevillano-andaluz y japonés. Ya en julio de 1992 este príncipe nipón estuvo en Sevilla, para presidir los actos del día oficial del Japón en la Exposición Universal, y en los dos discursos públicos que pronunció hizo referencias a la llegada de Hasekura Tsunenaga a Coria del Río, en 1614, y a la secuela actual de la misma que representamos los/as ciudadanos/as que en Coria del Río seguimos llevando el apellido Japón, cuatrocientos después. Aquellas palabras, escuchadas en boca de tan alta representación del pueblo de Japón, eran, a su vez, una continuidad de la gran atención que el pueblo japonés había prestado a este hecho histórico de la embajada de Hasekura, a la que se referían buena parte de los contenidos de su inolvidable Pabellón en la Expo sevillana.
Poco antes, en junio de ese mismo 1992, se inauguró en Coria del Río la estatua que recuerda para siempre este acontecimiento histórico. Aquella tarde, representantes oficiales de la región de Miyagi y del Ayuntamiento de Sendai -que eran quienes habían hecho la donación del monumento al pueblo coriano- compartieron con el entonces alcalde de Coria del Río, el malogrado Fernando Suárez, un acto sencillo pero trascendente, descubriendo la figura del samurai que, desde entonces, mira con fijeza a las aguas del Guadalquivir, las mismas que le trajeron hasta aquí desde su lejana tierra japonesa. Coria del Río se ha unido así a esos otros lugares del planeta en los que una estatua idéntica señala el paso de aquella Expedición Keicho que, impulsada por el señor feudal Date Masamune, buscaba las tierras de Nueva España, primero, y las de España después: Tsukinoura (Sendai-Japón), Acapulco (México), La Habana (Cuba) y Civitavecchia (Roma-Italia).
Las relaciones entre japoneses y Japones de Coria del Río, surgidas de un modo espontáneo tras el mutuo descubrimiento de los unos por los otros y viceversa, (sucedido a comienzos de los años ochenta del pasado siglo), y que tuvieron en la figura del coriano Virginio Carvajal Japón la figura clave de su impulso y de su canalización, mostraron, a partir de entonces, una mayor consistencia institucional, sumando sus esfuerzos en pos del objetivo de la amistad hispano-japonesa tanto el ayuntamiento de Coria del Río y la Embajada de Japón en España, como la Asociación de Amistad Hispano-japonesa que tuve el honor de crear, junto a Virginio Carvajal Japón, y que hoy preside un coriano, Juan Francisco Japón, que prolonga de su tío Virginio y de todos los japones de Coria del Río nuestro expreso compromiso con esta hermosa causa de los Japones.
Para todos nosotros, para todos los Japones de Coria del Río y de las otras partes de la geografía sevillana y española, donde el apellido ha llegado por la inevitable dispersión que la vida impone, saber que el Príncipe Naruhito haría incluso una visita a nuestro pueblo, con ocasión de su venida a España para dar inicio al Año Dual España Japón, ha sido como ver cumplido un sueño. El sueño por el que Virginio Carvajal Japón luchó durante más de treinta años. Una muerte injusta e inesperada nos lo quitó cuando aún gozaba de la felicidad de haber sido representante de los Japones en la comisión que recibió allí al príncipe Felipe de Borbón. El gobierno japonés lo condecoró a título póstumo y los corianos, seamos o no Japones, le recordamos en la sala con su nombre que se abre en nuestra Casa de la Cultura, a la que Virginio donó todos los recuerdos que había ido acumulando, con la perseverante condición del coleccionista que era, relacionados con la historia y la cultura japonesa.
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