Una de las frases de Maquiavelo más comentada en la historia de las ideas políticas es la celebrada por algunos: ‘el fin justifica los medios’. Hoy en día este principio maquiavélico sigue teniendo vigencia; en la balanza de la moral política la virtud y la honradez siguen teniendo poco peso y a los reiterados casos de corrupción hemos de remitirnos. Pero hay otra sentencia de Nicolás Maquiavelo que es más vigente si cabe: ‘ pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos’. En la crisis actual, la partitocracia bipartidista defiende sus cuotas de poder mediante el juego de las apariencias. Todo es una gran pantomima para mantener el poder a toda costa. En Andalucía, por no salir de nuestra tierra, el bipartito PSOE-IU, camufla sus continuos recortes culpando a su vez a los continuos recortes del PP. Yo recorto tanto como tú pero aparento no hacerlo.
La deuda de Andalucía producida por los sucesivos gobiernos del PSOE alcanza los 20.500 millones de euros, un 14,5% del PIB andaluz; para enjugar esa deuda llevamos años sufriendo continuos recortes, que a su vez se camuflan bajo el manto de los continuos recortes que realiza el gobierno del PP, que a su vez se mimetizan en la selva de recortes que exige una Unión Europea cada vez más mediatizada por Alemania. Unos y otros intentan, y desgraciadamente lo consiguen, aparentar que no hacen lo que realmente están haciendo.
PSOE y PP pactaron la reforma del artículo 135 de la Constitución que obliga al Estado y a las Comunidades Autónomas a no incurrir en un déficit estructural que supere los márgenes establecidos por la Unión Europea y pactaron, a su vez, que el pago de la deuda ‘gozará de prioridad absoluta’. Los dos partidos son culpables de una decisión que beneficia a la banca, recorta las inversiones y nos aboca a unos niveles de paro cada vez más alarmantes, y sin embargo ninguno quiere asumir las consecuencias de dicho acuerdo, aunque los dos intentan, y parece que lo logran, aparentar que es el contrario el que maneja en exclusiva la podadora de las prestaciones sociales.
Decía el autor de ‘El príncipe’ que ‘el fin de la política es el poder’. El bipartito se obstina en darle la razón; al final todo se reduce a una lucha por mantener el poder o por conquistarlo; el aspirante, para conseguir su meta, niega haber hecho nada de lo que hizo y el ejerciente, que hace todo lo contrario de lo que prometió, culpa a la herencia recibida de todos los males.
El problema de la partitocracia actual reside en el hecho de que los ciudadanos hemos dejado de ejercer nuestras responsabilidades sociales; hemos abandonado el espíritu de la transición y sin darnos cuenta nos hemos entregado con armas y bagaje a los aparatos de poder. Nuestro abandono de la política ha creado una casta que ha hecho de la política, como decía Blas Infante, ‘una profesión exclusiva y excluyente’; en nuestras manos está dejar de ver lo que aparentan y desvelar lo que realmente son, pero para ello tenemos que recuperar y ejercer de forma responsable nuestro derecho de ciudadanía.
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