La tribuna de Viva Sevilla

Una alternativa para el sector industrial sevillano

La crisis económica ha revelado los desequilibrios de la estructura económica provincial, teniendo su lado más cruel en la sangría continua de empleos y en el cierre de empresas o abandono de su sede en la provincia, para desplazarse a lugares ‘más rentables’ al capital.

La estructura productiva de Sevilla se caracteriza por el predominio de actividades de bajo valor añadido, junto a una débil estructura industrial. La provincia, principalmente Sevilla capital y su entorno metropolitano, es un gran centro de servicios -este sector supone más del 60% del PIB, con un papel determinante de los servicios públicos, comercio, turismo y servicios financieros y a empresas-.

El sector agrícola, pese a su reducido peso relativo en el PIB, juega un importante papel, sobre todo en algunos municipios, y sirve de base a un potente sector agroalimentario. La construcción tuvo un gran crecimiento en el VAB y el empleo provincial, pero es el sector que más cayó a raíz de la crisis, especialmente en términos de empleo.

En el sector industrial destaca la industria agroalimentaria, pero también están diversas ramas, desde las más tradicionales -metálica, naval, etc.-, hasta las más ligadas a las Nuevas Tecnologías y con sectores punteros a nivel internacional como la aeronáutica.

La crisis económica ha revelado los desequilibrios de la estructura económica provincial, teniendo su lado más cruel en la sangría continua de empleos y en el cierre de empresas o abandono de su sede en la provincia, para desplazarse a lugares ‘más rentables’ al capital. Sólo entre 2011 y 2012, el número de establecimientos industriales en la provincia se redujo un 5,92%. Las consecuencias de la destrucción del tejido industrial sevillano son obvias. En 2012 la tasa de paro en la industria en la provincia fue del 13,3%, un 30,1% más que en 2011.

Junto a la destrucción directa de puestos de trabajo, la disminución de la actividad industrial incide en la pérdida de empleos en el resto de sectores. De 2007 a 2012, el número de trabajadores en alta afiliados a la Seguridad Social en la provincia se redujo en casi 96.000 (lo que supone una caída del 12,7%). A 31 de diciembre de 2012 el número de personas paradas registradas en la provincia de Sevilla fue de 254.855, un 51,1% más que en diciembre de 2008.

Pero, de poco sirve lamentarse. Tomemos los escalofriantes datos económicos como revulsivo para movilizar a los agentes implicados en la economía sevillana a realizar propuestas ‘en positivo’ que sirvan para revertir esta situación. Es decir, planteemos qué alternativas pueden ofrecerse a la industria sevillana, partiendo de una premisa: Sevilla necesita un tejido industrial competitivo para poder generar actividad y salir de la crisis creando empleo no de cualquier modo, sino con la mirada puesta en un futuro a medio y largo plazo de estabilidad en el empleo, y con un empleo de calidad. Para ello será necesario que se involucren todos los agentes económicos, desde las administraciones públicas –Ayuntamientos, Diputación, Junta de Andalucía,…-, grupos de desarrollo local y asociaciones con presencia en los territorios, organizaciones empresariales y sindicales, Universidades y centros de formación, etc.

Es importante concienciarse de la necesidad de intervenir coordinadamente. Partiendo de un adecuado diagnóstico de la situación, es necesario fijar claramente los objetivos y ejes de actuación, para que desde los distintos ámbitos se desarrollen acciones que interactúen con las que se vayan realizando desde otros ámbitos. Por ejemplo, la Universidad tiene el compromiso de aportar formación y cualificación, así como realizar investigaciones sobre el sector que permitan detectar sus puntos fuertes y débiles.

Las administraciones deben proporcionar los medios para que las ayudas y subvenciones se concedan, en la medida de lo posible, a las empresas que van a realizar una actividad con vistas de futuro en la provincia, es decir, con efectos de arrastre sobre las actividades endógenas, pudiendo dar lugar a efectos ‘spillover’ y ‘spin-off’. Pero más que actuar cada uno por su lado, Universidad y administraciones, así como los restantes agentes, deben coordinar sus actuaciones para que las alternativas sean viables y eficientes socialmente.

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