Notas de un lector

Un mundo mágico

El verso de Ferrada -que ha obtenido con este libro el V premio “Ciudad de Orihuela de Poesía para Niños”- no se ajusta a normas formales, antes bien fluye como río que se desborda

Releyendo días atrás una antología de “Mujeres sonetistas hispanoamericanas”, que editara en 2010 el poeta chileno Alfonso LarrahonaKästen en su veterano “Correo de la Poesía”, me detuve con especial atención en un soneto de la poetisa paraguaya María del Carmen Paiva, titulado “Abuela desvelada”. Era un tierno homenaje a ese ser querido, al que veía transitar con el viento, llevada de su “nostalgia hermosa”, y huir luego, como un hada, “rumbo al alba”.

      Sólo unas horas después, caía en mis manos el libro de María José Ferrada -de chileno a chilena- “El idioma secreto”, en el que esta licenciada universitaria del 77 memoraba y honraba a su abuela, María Mercedes Garcés, a la que podríamos aplicar el endecasílabo de la citada María del Carmen Paiva: “inasible y ausente y desvelada”.

     El verso de Ferrada -que ha obtenido con este libro el V premio “Ciudad de Orihuela de Poesía para Niños”- no se ajusta a normas formales, antes bien fluye como río que se desborda, tal parece reclamarle ese idioma secreto que le descubrió su abuela, antes de desaparecer para siempre: “Mi herencia era una caja de galletas con ovillo de lana y boletas de ferretería: Ahí dentro estaban las palabras:… un idioma que nombra las plantas de tomate, la harina, los botones”.

A raíz de este ¿verso?, acumulativo y definitorio, no puede sorprender que la poetisahaga y deshaga planetas y galaxias con la lana, y que de sus ovillos salgan hebras de las que pueda colgar columpios “en los que Dios juega a veces. Dios y las arañas blancas”; o que un día de invierno riguroso, decida ponerse una miga de pan en la espalda, e irse luego con las hormigas.

     Todo esto sucede en las primeras páginas del libro, por lo que el lector sabe ya, cuando se adentra en las siguientes, lo que va a encontrarse: un mundo mágico, nacido de una imaginación en hervor y una verbalidad súbita y sugestiva, que atrapa y arrastra: “En las dalias/ vivían pequeños dioses/ que florecían al costado de la flor,/ siempre amarillos, naranja, violeta…/ y yo cada tarde les llevaba/ el agua”. El universo maravilloso de la uruguaya Marosa di Giorgio, parece regresar de la mano de esta chilena tocada por la gracia de lo insólito y cuyos ojos son capaces de descubrir, colgados de la nata de menta, “a los pequeños fantasmas de la familia”.

     El libro, editado primorosamente por Kalandraka e ilustrado con no menos primor por la argentina ZuzannaCelej, está recomendado para niños a partir de ocho años. Cabría preguntar qué niños calarían mejor en este prodigioso territorio y sus enigmas, si los pequeños o los más crecidos. Cuestión de sensibilidad, al cabo. Que no todos están cortados por el mismo patrón, ni han recibido de sus mayores la misma educación literaria, en los años tempranos, más decisivos -en cuanto a formación- de lo que algunos pudieran pensar.

     María José Ferrada no es nueva en estas lides. Recordemos sus libros “El baile diminuto” y “Un mundo raro”, editados también por Kalandraka.

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