Como te lo sigas pensando, igual no vienes. Allá tú. Esto de que a la Feria le quitaran un día por la jeta genera cierta zozobra, descuadra el calendario de ritos y compromisos que en los últimos veinte años se había convertido en faro y guía de la semana del jaraneo por excelencia. Ayer, que era el primer día completo de Feria, ya era martes; hoy es miércoles y en cuanto pasen unas horas habremos llegado al jueves o, lo que es lo mismo, al último tercio de la faena que cada cual apunta a su manera sobre el albero del González Hontoria. Por eso digo que, como te lo sigas pensando, igual no vienes.
Antes, para ser alguien en la Feria -o al menos aparentarlo- había que pasear en un enganche o, cuanto menos, vestir de corto caballista. Ahora, si de verdad se pretende fantasmear -vulgo ronear- vale con que te agreguen a un grupo de guachás. A Loli Remilgos la han metido en uno que se llama “si no te gusta la Feria pa qué vienes so tonta”, aunque a ella el que de verdad le gusta es el “no te pierdas que te encuentro aunque estés en la última caseta de la Feria de Torrecera”.
Un infierno de calle...
Ha dejado a su novio con los sobrinos de una primera de su vecina, viendo cómo ratones de toda clase y condición le vacilan la cartera en una suerte de 2x1 que consiste en montarse en un cacharrito, dar la mitad de vueltas que mañana y pagar el 50 por ciento. Pero a la gente le encanta, y a los niños más. Se paga la mitad, se recibe la mitad y se guarda el doble de cola. Le llaman el Día de los Cacharritos. Se lleva a cabo en una calle que no tiene nombre de cantaores flamencos, en un infierno que ha sustituido el albero por el alquitrán y donde es más fácil achicharrarse que sentarse.
La Remilgos tiene un ojo puesto en la pantalla del móvil y otro en la cocina de una caseta de segunda fila del Real. Mientras aguarda a que le sirvan una tortilla de patatas y una ración de croquetas se descarga la penúltima aplicación de la Feria para su android, que para eso es gratis.
Ella es muy fan de las marcas blancas y el pan de los chinos, pero no consiente que le larguen croquetas congeladas y tortillas precocinadas en la Feria, que esas ya se las come en casa. Así que acaba de echarle cuatro cruces negras a la caseta en todas las apps y los guachás de referencia. En el Real, ahora mismo, no se habla ya de otra cosa; y en el Cecop se ha activado el nivel de preemergencia. La Loli ha puesto las cosas en su sitio, que para eso le queda batería al móvil...
Leo en la revista reina del cuché patrio que los actores Ashton Kutcher y Mila Kunis trataron de “pasar desapercibidos” en su reciente visita a Jerez. No he apreciado yo, de veras, esos esfuerzos por preservar su intimidad. Sobre todo porque horas después del histórico acontecimiento tenía la extraña sensación de que debía de haber sido el único que no se cruzó con ellos. Sin ir más lejos, la misma Loli los ha agregado a uno de sus grupos. No se manifiestan, pero están ahí.
Ashton y Mila por aquí, Ashton y Mila por allá; como si se hubieran alquilado un unifamiliar en la avenida del Colesterol, como si acaso fueran a rescatar al Xerez de la miseria. Ashton y Mila, una pareja discreta donde las haya. Ni que llevaran un GPS...
Aquí no hay quien se pierda
Por si acaso no bastara con las apss y los guachás, un sistema de provisión de información basado en códigos QR (Bidis) facilita la localización de los niños más beligerantes. Perderse en la Feria es misión casi imposible. Las nuevas tecnologías nos persiguen por tierra, mar y aire.
Ahí están, dándole vueltas al Real, los enganches enjaezados a la calesera, colmados de aparentes feriantes. Ahí están, dando vueltas al Real, caballistas a la vaquera y gitanas a la grupa. Nada, personajes venidos a menos. Dónde se pongan esas reuniones de guachás que se quite lo demás. No bailes, no comas, no bebas: guachapea, que es gratis. (El año que viene ya veremos...).
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