Parece lo más lógico, y sin embargo, ni se ha producido, ni el momento presente y sus circunstancias nos deja visos de que se vaya a producir el tantas veces nombrado las últimas semanas ‘Pacto por el empleo’. Parece por un lado, que la inercia de quien gobierna con mayoría absoluta, que difícilmente se suele avenir a aceptar las propuestas, planteamientos y estrategias del contrario, cierra cualquier posibilidad, más si cabe, cuando el PP tiene clara una hoja de ruta rendida a las consignas de Alemania y la Unión Europea que nos están destrozando y que de ninguna manera pretende cambiar; por otro lado, también resulta complicado exigir a quien está proponiendo opciones diferentes, que promueven el consumo y el flujo del dinero, que pugna por menos recortes y más estado del bienestar, que se pongan al servicio de las políticas conservadoras. Así las cosas, nos queda ver qué va a suceder cuando en una semana se reúnan presidente del Gobierno, patronal y sindicatos mayoritarios, en busca de lo mismo, de más y mejor empleo, en busca de terminar con la sangría de puestos de trabajo que vivimos a diario, una hemorragia para la que recortar y poner una reforma laboral que propicia el despido, no han servido de coagulante. Aún así, hay que esperar, y así hay que exigirlo, que por las buenas o las malas, de mejor o peor manera, como sea, se pongan de acuerdo por el empleo. Es vital.
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