Que en la sociedad se instale el debate sobre República y Monarquía no es malo, por contra de lo que algunos piensan, como no lo es nunca, en general, que desde el respeto de los unos por los otros, la sociedad pueda, del mismo modo, debatir cualquier asunto trascendente.
Por un lado, está claro que hay un gran número de españoles para los que la Transición es un periodo estudiado, pero no vivido, que han forjado su propia opinión viviendo en Democracia sobre qué régimen político prefieren para su país, y en muchos, ha podido nacer la necesidad y la preferencia de un régimen republicano, como los muchos que nos rodean en Europa, y esto no es motivo para rasgarse las vestiduras. 
Es evidente que la Monarquía, en estos años, ha jugado un papel aglutinador y defensor de parcelas democráticas, pero, esto, en ningún caso, la hace intocable a las críticas por sus errores, que en los últimos tiempos además, se han multiplicado, ni la hace inmune al florecimiento de voces y conciencias que claman por un régimen democrático republicano.
Es cierto, que como la historia se ha explicado siempre como conviene a unos u otros, el mismo planteamiento de la posibilidad de una República en España, y sobre todo, si se hace al hilo de la efemérides de la proclamación de la II, crea en ciertas personas incluso temor. Es algo desfasado y no hay que olvidar, que la gente en Democracia, debe poder elegir qué quiere.
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