El Papa Francisco ha invitado a aprender "a mirar hacia lo alto, hacia Dios, pero también hacia abajo, hacia los demás, hacia los últimos", así como a vivir la fe con alegría, durante la homilía de la Misa del Domingo de Ramos, día en el que se celebra la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) diocesana en la Plaza de San Pedro.
En este sentido, el Pontífice ha destacado que no se ha de tener miedo del sacrificio y, recordando los sacrificios de una madre o un padre, ha destacado que los hacen "por amor" y los afrontan "con alegría, porque son por las personas que aman" ya que "la cruz de Cristo, abrazada con amor, no conduce a la tristeza, sino a la alegría".
Además, ha reclamado a los fieles que no permitan que se les robe la esperanza que da Jesús.
Por otro lado, ha asegurado que "aguarda con alegría la Jornada Mundial de la Juventud del próximo mes de julio, en Río de Janeiro", y da a los jóvenes "cita en aquella gran ciudad de Brasil" preparándose bien, "sobre todo espiritualmente", en las comunidades para que este encuentro "sea un signo de fe para el mundo entero".
Al iniciar la primera Semana Santa de su Pontificado, con la celebración del Domingo de Ramos y de la Pasión del Señor, el Papa ha comenzado la ceremonia con la tradicional bendición de los ramos al centro de la plaza de San Pedro y después de la procesión de jóvenes y cardenales, él mismo con un ramo en las manos ha llegado andando al sagrado para celebrar la Misa.
Durante su homilía, en el día en el que se celebra también la XXVIII Jornada Mundial de la Juventud diocesana como preparación de la JMJ 2013 que se llevará a cabo del 23 al 28 de julio en Río de Janeiro, Brasil, el Papa Francisco ha llamado a los jóvenes "queridos amigos" y ha afirmado que él se pone también "en camino" con ellos "sobre las huellas del beato Juan Pablo II y Benedicto XVI" al estar "cerca de la próxima etapa de esta gran peregrinación de la cruz de Cristo".
Por ello, ha invitado a los jóvenes a vivir "la alegría de caminar con Jesús, de estar con él, llevando su cruz, con amor, con un espíritu siempre joven". Los jóvenes, según ha dicho, deben decir al mundo que es bueno ir con Jesús, salir de sí mismo para llevar a Jesús.
LA ALEGRÍA DE LA FE
Asimismo, el Pontífice ha recordado que "desde hace 28 años, el domingo de Ramos es la Jornada de la Juventud" y ha remarcado a los jóvenes que tienen "una parte importante en la celebración de la fe" porque traen "la alegría de la fe" y dicen que se tiene "que vivir la fe con un corazón joven, siempre, incluso a los setenta, ochenta años".
En este sentido, el Papa Francisco ha remarcado que "con Cristo el corazón nunca envejece" y ha afirmado que el Rey a quien se sigue y acompaña es un Rey muy especial " es un Rey que ama hasta la cruz y que enseña a servir, a amar" y ha agregado que "la verdadera alegría está en el don de sí mismo y que Dios ha triunfado sobre el mal precisamente con el amor".
El Papa Francisco también ha recordado las palabras de Benedicto XVI a los cardenales: "Vosotros sois príncipes, pero de un Rey crucificado".
Así, ha recordado que los jóvenes llevan "la cruz peregrina a través de todos los continentes, por las vías del mundo" y la llevan "respondiendo a la invitación de Jesús 'Id y haced discípulos de todos los pueblos', que es el tema de la Jornada Mundial de la Juventud de este año" y ha agregado que la llevan para "decir a todos que, en la cruz, Jesús ha derribado el muro de la enemistad, que separa a los hombres y a los pueblos, y ha traído la reconciliación y la paz".
Por otro lado, el Papa Francisco ha señalado que el Domingo de Ramos recuerda cuando Jesús entra en Jerusalén en un clima de fiesta, alabanza, bendición, paz en el cual "se respira un clima de alegría" porque Jesús "ha despertado en el corazón tantas esperanzas, sobre todo entre la gente humilde, simple, pobre, olvidada, esa que no cuenta a los ojos del mundo". "Él ha sabido comprender las miserias humanas, ha mostrado el rostro de misericordia de Dios, se ha inclinado para curar el cuerpo y el alma, que es una "bella escena, llena de luz, de alegría, de fiesta", ha explicado.
En esta línea, Francisco recordando el inicio de la misa, en la que también los fieles han agitado los ramos de olivo, para expresae "la alegría de acompañarlo, de saber que es cercano, presente en nosotros y en medio de nosotros como un amigo, como un hermano, también como rey, es decir, como un faro luminoso de nuestra vida". Por ello, ha pedido no ser "nunca hombres, mujeres tristes" ya que "un cristiano jamás puede serlo" y ha remarcado no dejarse vencer por el desánimo.
Asimismo, el Pontífice ha destacado que la alegría "no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús; de saber que, con él, nunca se está solo, incluso en los momentos difíciles, aun cuando el camino de la vida tropieza con problemas y obstáculos que parecen insuperables" y ha añadido que Jesús "acompaña y carga sobre sus hombros".
MORIR EN LA CRUZ
El Papa también ha recordado que Jesús entra en Jerusalén para morir en la cruz y que es precisamente ahí "donde resplandece su ser rey, según Dios, "porque "su trono regio es el madero de la cruz" porque "Dios no elige al más fuerte, al más valiente; elige "al último, al más joven, uno con el que nadie había contado" ya que "lo que cuenta no es el poder terrenal".
Además, Francisco ha destacado las "heridas" que inflige el mal a la humanidad como las "guerras, violencias, conflictos económicos que se abaten sobre los más débiles, la sed de dinero, de poder, la corrupción, las divisiones, los crímenes contra la vida humana y contra la creación" por lo que ha remarcado que "Jesús en la cruz siente todo el peso del mal, y con la fuerza del amor de Dios lo vence, lo derrota en su resurrección". Además, refiriéndose al momento de la muerte, ha destacado que ninguno puede llevarse el dinero consigo.
En esta línea, ha subrayado que con Cristo todos pueden vencer el mal que hay en el mundo porque "Dios no busca medios potentes" sino que "es con la cruz con la que ha vencido el mal". Por ello, ha invitado a no "creer al Maligno" que dice que "no es posible hacer nada contra la violencia, la corrupción, la injusticia, contra los pecados".
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