Asociaciones que dicen adiós a sus sedes porque no pueden pagar los alquileres, el suministro de luz, el del agua, y se encuentran además conque no tienen quien se los abone, despidos de trabajadores que las asociaciones de vecinos no pueden mantener ni ven posibilidades de abonarles sus sueldos, escasez de ayuda económica por parte de las administradores que pagan tarde o mal, ambas cosas a la vez, o nunca; la radiografía del movimiento vecinal en Huelva no arroja buena salud en estos tiempos, pese a la importancia que han tenido en la consolidación de la democracia, en la dinamización de la participación vecinal, en la construcción de barriadas mejores, en la formación y promoción de las gentes de los barrios de Huelva. El caso de la Asociación de Vecinos de La Merced, que no logra la cesión de un local municipal, como en que en su día adelantara Viva Huelva, y sobre el que pone el acento el Grupo Municipal Socialista, es uno más, pero quizás, de los más sangrantes, porque tras él, no sólo se oculta el pago de las dificultades por las que atraviesan las asociaciones, sino que se atisba también, y al menos así lo consideran ellos, cierta suerte de revancha por parte municipal debido a su beligerancia. Este es mal síntoma, porque las administradores deben contar con quien le toca las palmas, pero también con quien se muestra crítico, porque esto supone un contrapunto siempre interesante para los encargados de gestionar.
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