Una fría noche de febrero, allá por 1989, Santiago Campillo y Miguel Bañón comenzaban su andadura acústica por las pequeñas salas de conciertos de Murcia. Con el único fin de divertirse, se acomodan en sus respectivas banquetas y, a través de las dos guitarras, comienzan a deslizarse magistralmente por las versiones de temas de Robert Johnson, Chuck Berry, The Beatles, Little Feat, Poco, Jimi Hendrix, Rod Stewart, Van Morrison, Bob Dylan y un largo etcétera. Más de 1.500 actuaciones en toda la península les avalan.
El dúo comparece en Sevilla, de la mano de La Casa del Blues de Sevilla, el 8 de marzo en El Café del Cine de Tomares. Miguel Bañón contestó a las preguntas de Viva Sevilla.
Con sólo las guitarras y las voces creáis una atmósfera especial en el escenario, ¿Cuál es el secreto?
–Quizá es precisamente esta sencillez instrumental la que contribuye a que nuestro sonido tenga una característica muy directa, no hay tapujos ni nada que distraiga de la esencia de esas dos guitarras y voces casi desnudas interpretando música con sentimiento, con feeling. Creo que es algo que consigue una cercanía muy estrecha con el público, solemos combinar el uso de guitarra acústica con eléctrica, pedal steel, ukelele o dobro, lo que puede sugerir distintas escenas o paisajes sonoros, trasladarte al árido sureste, por ejemplo.
¿Qué grado de sapiencia musical apreciáis en el público sevillano?
–Bueno es lógico que nos seduzca actuar aquí, partiendo de que Sevilla es una de las ciudades con más tradición musical y, entre otras cosas, de palos que nos conciernen, como puede ser el blues. Siempre da gusto tocar frente a un público con bagaje y que aprecia otras músicas al margen de las que copan los medios, pues de lo que se trata en definitiva es precisamente de eso, que el público disfrute.
¿El directo es la forma natural de expresión de los músicos?
–Y tanto. Está bien grabar en estudio donde se pueden potenciar diversas facetas de la música, pero para mí es como las sardinas enlatadas o las frescas, donde esté un buen directo (espeto), no hay otra cosa igual. O lo que es lo mismo, un intérprete o grupo con buen sonido y buen hacer en vivo adquiere en este medio una dimensión muy distinta a la grabación y que es muy difícil registrar al cien por cien en cualquier formato.
¿Qué opinan de los recortes?
–La crisis resulta muy negativa para la música porque lo primero que hacen es recortar cultura, pues piensan que es menos vital que otras cosas, estos y los de más allá, por lo que estamos perdiendo la fe en la política en general. Por otro lado, el tejemaneje de los cachés estratosféricos se cae por su propio peso, porque no hay ayuntamiento que se lo pueda permitir y hay quien tiene que volver a la realidad del músico de a pie. Pero la crisis está afectando no sólo desde el punto de vista institucional, es un círculo vicioso, el público consume menos, las salas no se pueden permitir muchos lujos y todo acaba repercutiendo en los músicos. Todo unido a la caída en picado que arrastra la industria discográfica desde hace ya varios años se convierte en un gran varapalo para la música pero que puede ser también un arma de doble filo. La esperanza es lo último que se pierde.
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