San Fernando

“No podemos decirle a quien pide ayuda que se ha acabado el dinero”

La delegada de Familia, María José de Alba, asegura que hay orden directa del alcalde de recortar de cualquier sitio para aportarlo a Bienestar Social.

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Está al frente de una de las delegaciones menos generosas con el político porque la discreción es la norma fundamental de áreas como Mujer o Servicios Sociales, pero también siente que se puede hacer mucho desde dentro sin estar en primera fila, máxime en estos tiempos que corren en los que todas las delegaciones de este tipo están íntimamente ligadas porque el problema económico se dispara por los cuatro puntos cardinales de la vida diaria. Y a problemas globales, soluciones globales.

—Se han organizado actos para el Día Internacional de la Mujer, pero el trabajo desde el Ayuntamiento no se limita a un día.
—Es una labor importante la que se desarrolla desde la Fundación de la Mujer. Hay que conmemorar las distintas efemérides, el 8 de Marzo y el 25 de Noviembre, con actividades, pero hay una labor muy importante que es la de puertas para adentro, de las 890 personas que han acudido a la asesoría jurídica para recibir ayuda, de las más de 600 que han acudido al departamento de información, los más de 800 que han ido a interesarse por los programa de orientación y empleo… Estamos hablando de temas que no salen en la prensa, que son privados y además cuidamos mucho la privacidad, pero es un número importante de personas que se pasan por allí, que sumadas a las que asisten a cursos, actividades, conferencias… podemos hablar en total de más de 5.000 mujeres que han pasado por la Fundación y eso avala a la propia Fundación de la Mujer.

—Políticamente es un área poco generosa. No se puede ‘vender’ a la calle porque se trata de cuestiones muy delicadas y es una labor muy callada.
—Para el político es poco generosa. En lo personal, cuando tocas esos temas, a mí todavía me duelen. Pero hay que tocar mucha tierra. A veces me dicen que no sé lo que hay en la calle.¿No lo voy a saber si lo estoy viendo cada día? Yo pongo el caso de una chica que vino a verme hace unos meses y que me hizo bajar los pies al suelo. Y era una problemática muy común, un matrimonio que los dos trabajaban, con niños pequeños, una hipoteca que se podían permitir como mucho, un coche. Él perdió el empleo,  empezó con las prestaciones; luego fue la mujer y las prestaciones se acaban. Cuando estamos acostumbrados a tener un sueldo a fin de mes y de pronto todo se acaba se producen situaciones muy tremendas, muy dramáticas.

—Dentro del área de Familia entra también Bienestar Social, aunque hay una delegación específica, y ahí se unen las dos cosas.
—Es un área en la que las delegaciones específicas tienen que buscar mucho la transversalidad porque el ciudadano es el punto común de todas estas delegaciones y tenemos que buscar la unión entre todas ellas. En lo que respecta al área de Familia, evidentemente se unen Mujer con Servicios Sociales, Mayor también con Servicios Sociales o con Juventud, que se está intentado entremezclar con distintas delegaciones.

—Me supongo que los Servicios Sociales estarán colapsados.
—Sí. El año pasado sobrepasamos las previsiones que estaban hechas con respecto al año anterior. Tuvimos que ir buscando dinero de otras delegaciones, incluso la Fundación de la Mujer facilitó a final de año dinero para asistir a las familias. Y es que tenemos muy claro, y eso sí es verdad que es orden del alcalde desde el primer momento, que no podemos decir que lo sentimos, que se ha acabado el dinero previsto para las ayudas y no se puede ayudar más. No. El ciudadano tiene muy claro que la Administración más cercana y a la que acude a plantearle cualquier tipo de problema, sea competente o no, es el Ayuntamiento. Y no se pueden cerrar las puertas cuando vienen a pedir esa ayuda. La situación es preocupante. El año pasado sobrepasó el presupuesto y se gastaron unos 600.000 euros en pequeñas ayudas, que insisto, son pequeñas ayudas, no grandes cantidades. Hemos ampliado el tiempo de prestación y la forma de concederla. Antes se daban ayudas muy especificas, para pagar al luz, para pagar el agua… En este caso se da una cantidad y la  familia sabe sobradamente donde tiene que emplearla.

—Le decía que tiene relación la Fundación de la Mujer con Servicios Sociales porque seguro que es la mujer la que suele ir a pedir la ayuda y no el hombre.
—Es una realidad y es lo que es. Sí es curioso que las pocas veces que ha venido algún hombre ha sido acompañando a su hija porque es su hija la que tiene el problema en su núcleo familiar, o para una sobrina… Pero cuando es un problema directo de la familia normalmente es la mujer la va a intentar buscar la solución.

Luego la mujer sigue siendo la que tira del carro en los momentos en los que hay que dar la cara, en los momentos más embarazosos. El hombre parece que está preparado para otro rol distinto.
—Supongo que sí, que esa es una de las cosas que aún no han cambiado y la mujer sigue tirando del carro. Estoy de acuerdo con esa expresión.

—Hay otra expresión que es la discriminación positiva que posiblemente no esté bien planteada a la hora de denominarla. ¿Usted está de acuerdo con la discriminación positiva?
—Así, de forma tajante, le diré que no. Yo como mujer quiero alcanzar un puesto de trabajo, en la política, en lo que sea, porque valgo. Me gusta entender por qué las personas defienden posturas y no me gusta ser tajante porque yo opine lo contrario, con lo que opinan los demás. Entiendo el fondo, pero no deja de ser discriminación. No me parece justo que un puesto de trabajo, por el hecho de que hay que cumplir un cupo, un hombre que puede ser más válido para ese puesto se quede en la calle porque tiene que entrar una mujer. Que lo mismo reúnen las mismas condiciones y entonces, perfecto, pero quizá no. Y como quizá no, a mí como mujer tampoco me gusta que alguien que esté menos capacitado que yo, sea hombre o mujer, entre por ese motivo a desempeñar una labor. Insisto, yo como mujer puedo entender que gracias a eso a lo mejor hay mujeres que han podido acceder a puestos de dirección, de listas políticas gracias a esa discriminación, a esa obligatoriedad. Puede ser la parte positiva, pero yo como mujer no quiero llegar a ostentar lo que sea por el mero hecho de ser mujer, sino porque tenga una valía y porque no es justo que se quede fuera un hombre por ser un hombre.

—Quizá el término se ha adulterado un poco. Sí se podría entender que tiene que haber una compensación a lo que históricamente ha ocurrido, que la mujer ha estado relegada, que ahora haya una contraprestación. Quizá ha sido el mal uso que el fondo de la cuestión en sí.
—Es lo que le digo. Como fondo me parece lógico, pero con los niveles que estamos llegando no estoy de acuerdo. Y ya le digo que lo tengo claro porque quiero ser alguien en algo porque lo valgo y porque lo merezco, no sólo por por ser mujer y tener que cubrir un cupo.

—¿Qué hace usted en la política? Usted es una persona a la que no le pega nada.
—En alguna ocasión lo he comentado. Yo creo que se cubren etapas. Para mí no era un fin llegar a la política. Años antes de dar el sí ya tuve propuestas para incorporarme a una lista, pero como me cogió por sorpresa porque no me lo había planteado, no di el paso. Cuatro años más tardes volvieron a llegarme distintas propuestas…

—¿Del mismo sitio?
—Por una parte sí y algún que otro más. La primera vez fue sólo uno y la segunda hoy alguna que otra propuesta. En ese momento me planteé que ya que estaba en la radio diciendo todos los días lo que había que hacer y lo que había que solucionar, era el momento de dar el paso, de ser valiente y para hacer todo eso que había que hacer o para verlo desde otra perspectiva había que dar el paso. Y lo di y no me arrepiento. Es verdad que fue un cambio muy drástico porque de no tener ninguna vinculación política a ir de número tres en una lista, de ser delegada de Cultura, teniente de alcalde… se me cae todo encima. Pero por otra parte eso me daba otra perspectiva distinta a la que hubiera tenido si hubiera llegado con un bagaje político.

—¿Piensa vivir de la política? Por que uno de los grandes problemas que hay hoy en día es la profesionalización de la política, que motiva que el político no sepa qué es lo que está ocurriendo en la calle porque no conoce la calle y que la gente se cabree porque está viendo a una persona que no se sabe lo que ha hecho para estar donde está.
—Es cierto. Hay algunos a los que no se le reconoce profesión anterior. Pero no me voy a dedicar a la política y los que me conocen de cerca saben que tengo muy clara una cosa, y es que la persona que es cabeza de lista tiene todo el derecho a elaborar su lista, va con las personas que considere más o menos oportunas. Yo tenía claro en estas últimas elecciones que lo mismo yo no estaba en esa lista y no estaba dispuesta a agarrarme con uñas y dientes a la política. Y en el momento en que dejen de contar conmigo seguiré con mi vida y habrá sido una gran experiencia de la que además, estoy aprendiendo mucho.

—¿Y se ha acostumbrado a las críticas?
—Duelen. Duelen más cuando crees que no son justas. Cuando hay algo que con la crítica yo veo que lo he hecho mal, las encajo muy bien y no sólo las que me parecen justas a mí. Aprendo y lo hago mejor. Pero sabemos que en esto de la política desgraciadamente hay muchísima crítica injusta, no sólo del ciudadano que tiene todo el derecho del mundo a opinar, sino de los tiros políticos. Una vez me dijeron en uno de esos tiros injustos que esto es lo que hay, que no me hubiera metido en política. Y yo creo que no, que la política es trabajar más y poner los pies en el suelo.

—Ustedes también lo hacen.
—El pim, pam pum. Por supuesto. Es obvio que te vas acostumbrando cada vez más, pero creo que tampoco hay que acostumbrarse sino pararse en cada crítica y aprender de la justa y pasar de la injusta.

—Se ha metido en política en unos tiempos especialmente convulsos, con los políticos y los partidos como uno de los principales problemas para los españoles, algo bastante peligroso. ¿Eso es un factor de presión añadido a su cometido?
—Sí.

—¿Usted cree que los ciudadanos tienen razón? Por que los políticos siempre tienen razón, lo de dimitir es algo que no va con ellos.
—¿Que considere justo ese razonamiento? No y me explico. Si al leer la prensa y atendiendo a la situación económica en la que estamos vemos malversaciones, robos… el ciudadano tiene que estar frito con la que está cayendo. Entonces entiendo que la opinión que tiene del político tiene una base muy grande. ¿Qué es lo que me fastidia? Pues que todos no somos iguales y me da mucha lástima que a todos se nos mida por el mismo rasero.

—Cuando se hacen estas concentraciones contra la violencia de género porque ha muerto una mujer, ¿no le da pena ver a tan poca gente manifestándose?
—Tanta pena me daba que las quité cuando llegué. El punto de inflexión fue cuando acudí, sin ser delegada de la Mujer, a una concentración delante de una asociación de mujeres y ni siquiera salieron de la asociación. Para mí fue un detonante y siempre he mantenido que hay que mantener lo que funciona y lo que no funciona o hay que quitarlo o darle una vuelta de tuerca.

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