“Y el círculo se cierra“. Así se clausuraba en la presentación a los equipos racinguistas este verano. Ésa enigmática frase, encierra mucho más que unas simples palabras. Hay más, mucho más. Se echaba en falta, ya tocaba, y era de obligado cumplimiento contar con una cantera, ésa que diera vida a un estadio desangelado, frío y sin alma.
Era cuestión de adaptarse a los nuevos tiempos y gestar lo que debe ser el jugador del futuro. Había que crear el germen; la semilla. Eso llegará, no se preocupen. Tiempo al tiempo. Pero eso es futuro. Les hablo del ya, del presente. Ése que agobia y atormenta a partes iguales. Y del que sin querer ver lo que acontecerá, tiene más importancia de lo que deja traslucir.
La transición se avecina, sin hacer ruido y sin querer pero queriendo, se deja sentir. El adiós de muchos puede servir más que a resignación, a reestructurar y dar la oportunidad al que se esfuerza y trabaja para tener su minuto de gloria. La recompensa del que ha soñado con tener su oportunidad y aprovechar la ocasión de demostrar que vale. El que con su esfuerzo se intenta hacer con un hueco y reivindicar su sentimiento y su apego a unos colores.
Extraña, entusiasma, y porque no decirlo, emociona ver un equipo repleto con sabor a Puerto. El Racing acogió y acogerá al foráneo como uno más de su familia, porque así lo siente y porque así es el portuense. El DNI en Valdelagrana nunca fue un problema. Nunca lo será. Pero dejen de buscar lo que tienen en casa a espuertas. Les hablo de compromiso. El cariño, el sentimiento, el sentido, sí, el auténtico, lo da el que ha mamado racinguismo y toma esa identidad como parte de él mismo. Como lo es, hoy por hoy, su mayoría, su capitanía o su técnico.
La historia la escriben los vencedores, dicen. La mía, la escribirán los que portarán ese escudo hasta mayo. Respeto máximo al que decide romper su relación. Faltaría más. Está en su derecho. Pero mi mayor reconocimiento a los que a pesar de los pesares, se enfundarán la rojiblanca domingo tras domingo. Porque para ellos el escudo, el suyo, lo porta su corazón. Ahora el Racing Club es más portuense que nunca.
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