Andalucía

Cádiz se enamora de Jorge Drexler en un pregón de Carnaval con corazón

El cantautor uruguayo demostró ayer la entrega y la pasión con la que se ha desempeñado en la labor de anunciar las fiestas de la capital gaditana

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  • Drexler, en un momento del pregón -

El pregón que anoche ofreció el cantautor Jorge Drexler fue un ejemplo de cómo desarmar el recalcitrante argumento aquel que defiende que el pregonero del Carnaval debe ser alguien de la tierra, preferiblemente, un famoso autor o componente de un coro, chirigota, comparsa o cuarteto.

No todos los días una ciudad ostenta el privilegio de tener como vocero de su fiesta mayor al ganador de un Oscar. Cádiz ya puede presumir de eso. En Hollywood no van regalando así como así el ansiado galardón, el talento es el mayor patrimonio de quienes logran la ansiada estatuilla y el cantautor uruguayo demostró anoche en San Antonio por qué conquistó la meca del cine con su música. Drexler dobló el mapamundi  por la hipotenusa de sus dos triángulos rectángulos en los que se divide, estrechó el Océano Atlántico, agarró de una mano al continente americano y por otra asió a la Tacita de Plata y los fundió en un abrazo que encandiló a las miles de personas que abarrotaron la plaza de San Antonio.

Como todo en esta vida, el pregón pudo no gustar a algunos, pero lo que no se puede poner en duda bajo ningun razonamiento lógico es que Drexler se ha dejado la piel, se ha entregado en cuerpo y alma durante casi tres meses en empaparse de Cádiz y su fiesta para luego volcarlo todo encima del escenario. Fue como un delicado perfume en un frasco pequeño. Casi tres meses de empacho de Cádiz concentrados en una fragante esencia de una hora.

Y si también quedó patente algo es que Jorge Drexler es sincero cuando dice que se ha enamorado de Cádiz. No lo dice de cara a la galería. Cada poro de su pregón destilaba cariño por una ciudad, de la que dijo al despedirse, marca “un antes y un después en su vida”.

El versonauta

El pregón en sí fue una historia cantada a veces, narrada en otras, poesía siempre, de cómo el Carnaval gaditano fecundó un hijo en Uruguay, tierra natal de Drexler, gracias a la compañía de zarzuela La Gaditana que se quedó sin dinero en aquellas tierras americanas y tuvo que recaudar para el viaje de vuelta cantando coplas de carnaval. Eso ocurrió hace 105 años. Ahora, más de un siglo después, Drexler arribó  a Cádiz a demostrar cómo ha madurado ese hijo de la fiesta gaditana. Sin embargo, su llegada fue fruto del implacable destino. La nave aérea que pilotaba el capitán Drexler, según reza en el cuaderno de bitácora cuyas líneas  los anoche presentes en San Antonio pudieron escuchar de viva voz, se vio “arrastrada como si de un enorme imán se tratase, por la fuerza de algo indescriptible, algo que tira de nosotros y nos maneja a su antojo, como si fuéramos apenas un  tapón de corcho que gira en la espiral de un gigantesco embudo y que nada puede hacer para salir del remolino en el que se encuentra inmerso”.

Comenzó entonces el entregado pregón en el que el músico cantó hasta 11 canciones. Como versonauta aterrizó en Cádiz y lo primero que se encontró fue a un Policía Local encarnado nada menos que por el Gómez. Las murgas en Uruguay conservan muchos aires de los sones de aquí, pero el humor gaditano es irrepetible. De compensar eso se encargó el Gómez, que ejerció de gaditano terco, de ultra que se opone a que la fiesta sea pregonada por nadie que no tenga una trayectoria en el Concurso Oficial de Agrupaciones del Carnaval. Drexler dedicó varios guiños a estos críticos, pero ninguno mejor que el primero, cuando se encuentra con el agente: “No entiendo la situación, yo no sé a que viene ésto... Me llaman para el Pregón, pero... ¡se ve que molesto!”. El público comenzó a calentarse pronto.

Poco a poco Drexler, con dosis de pasión y entrega, fue desgranando un pregón fino, elegante, con las dosis necesarias de humor, sin estridencias y un gaditanismo con acento uruguayo. Al escenario de San Antonio se subió la comparsa de Jesús Bienvenido Los del piso de abajo, que inicialmente cantó una tanda de cuplés mientras Drexler seguía explicando las raíces gaditanas del carnaval uruguayo. No podía tener mejor prólogo la comparsa de Bienvenido que el que le dedicó el pregonero cuando contestó a la pregunta de Gómez de “cómo  cómo teniendo allí este ritmo y esta marcha te pueden gustar a tilos coros y las comparsas”. Drexler dijo que “lo cierto es que ustedes tienen en su poder algo que aunque uno intenta, no puede en pocas letras nombrarlo. Tienen el don del remate de la gracia, la ironía, de cambiar un pasodoble sobre la marcha, en el día. De dar en una cuarteta como quien suelta un suspiro una sentencia completa que cambia al último giro. Y yo como versonauta mire, me saco el sombrero y lo llamo por su nombre digo, dos puntos: salero”. El público, en este instante, cayó rendido a los pies del cantautor.

Posteriormente salió al escenario Kico Veneno, con quien Drexler cantó una versión especial de Volando voy: “Volando voy, volando vengo. En carnavales yo me entretengo. Enamorao de Cái. Aunque a veces duela. Si tengo frío busco candela”.

Con todos los ingredientes sobre la mesa, Jorge Drexler ejecutó el movimiento que unió a Cádiz con Uruguay, un encantamiento sellado con las siguientes palabras: “Sintiendo así la llamada de mezclar los sentimientos. Al mezclar arte con arte nació al azar el flamenco. Y el Atlántico por medio, de ir y venir la pureza, un día, de una bodega, nació un cante de ida y vuelta. Y el candombe y el tanguillo. Y mi murga y tu comparsa. Tu carnaval en el mío, y tú, abriéndome tu casa”. El sortilegio fue convirtiéndose en música, en la canción Todo se transforma, que el público coreó entregado.

Como el agente Gómez aún no estaba muy satisfecho se quejó de que echaba en falta algo más de Cádiz, por lo cual Drexler llamó a su amigo y también pregonero del Carnaval Javier Ruibal y juntos cantaron un particular tanguillo de Los Anticuarios: “Del Río de la Platate traigo niña, un barquito velero en dónde dice ¡Viva La Viña!”. El público, al grito de “pregonero, pregonero” daba el sobresaliente a Drexler, y el Gómez, cada vez más ganado para la causa: “De verdad no lo esperaba, tengo que reconocerlo. Esto me ha llegado al alma, te lo digo muy en serio. Dame un abrazo,  hermano, porque tengo la certeza de que tú eres gaditano de los pies a la cabeza. Por ganarte a la ciudad con tu cariño y tu entrega durante este Carnaval, ¡aparca donde tú quieras!”. Tras esto se retiró entre la ovación del público, no sin antes añadir: “Pero jamás se te ocurra bautizarte en La Caleta, porque yo no he visto nunca una cosa más cateta”.

La comparsa de Bienvenido volvió a salir a escena para interpretar la canción compuesta por Drexler para la ocasión, Cái creo que caí. Fin de fiesta. El pregonero declaró oficialmente inaugurado el carnaval con su última canción. “Esta noche no hay santo que se resista a una larga lista de maravillas. Han visto a Dios por Macias Retes con colorete en las mejillas”. Emoción en el rostro de Drexler que no quería despedirse ni abandonar el escenario. No paraba de agradecer y de manifestar su amor por Cádiz ante un público que gritaba “pregonero”.

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