La periodista Sara González Fernández ha realizado una investigación sobre la representación de la violencia en las series juveniles españolas, dirigida por el profesor de la Universidad de Sevilla (US) Manuel Garrido Lora, en el que concluye que éstas se "recrean" en este tipo de contenido.
Este trabajo, que ha sido publicado en la revista 'Comunicación' y del que se ha hecho eco la agencia SINC, aporta además otros datos como que 'El internado' es la única de las series analizadas que incluye la recomendación de 'No recomendada para menores de 18 años', cuando, paradójicamente, y desde el punto de vista de la violencia, es la que menos contenidos de este tipo emite, según informa en una nota la Hispalense.
Esta investigación se ciñe a las cinco series nacionales emitidas durante los últimos cinco años (2007-2011, ambos inclusive), que han registrado como mínimo un 20 por ciento de 'share' de media en su primera temporada y cuyos contenidos han sido consumidos, principalmente, por un público comprendido entre los 16 y los 30 años. Así, se han contabilizado la cantidad de escenas y el número de minutos con contenido violento de la primera temporada de las series 'Águila Roja', 'El internado', 'Sin tetas no hay paraíso', 'Hispania, la leyenda' y 'El barco'.
A partir del total de los minutos violentos que se desarrollan a lo largo de todos los capítulos de cada una de las series, el orden en el que éstas quedarían desde el punto de vista cuantitativo referente a la violencia sería 'Hispania', 'Águila Roja', 'Sin tetas no hay paraíso', 'El barco' y 'El internado'. Y es que 'Hispania', a pesar de contar con menos capítulos y menos duración que otras series, es la que registra más escenas y minutos violentos, llegando incluso a sobrepasar la hora.
En el lado opuesto se sitúa 'El internado', al tratarse de la serie que menor uso hace de la violencia en sus contenidos; mientras tanto, en 'Sin tetas no hay paraíso', aunque cuenta con menos minutos violentos que 'El barco', se sitúa por encima de esta serie debido a que, en proporción con el número de capítulos y de la duración que ambas cuentan, la primera cuenta con mayor contenido de interacciones violentas.
González señala que, entre otras conclusiones, tras este estudio se ha comprobado que los protagonistas y antagonistas de las cinco series, que son en su gran mayoría los principales agresores de las escenas violentas, son personajes atractivos tanto física como psíquicamente. Además de ello, todos se ajustan al mismo perfil de hombre: raza blanca, tez y cabello moreno y, por norma general, todos llevan la conocida barba de dos días que los dota de cierto encanto. "Esta característica hace que el personaje sea más atrayente para la audiencia y, por tanto, justificará, en mayor medida, las acciones violentas que cometa al tratarse de una figura con la que se empatiza desde el primer momento", subraya.
Asimismo, y en el caso concreto de 'Sin tetas no hay paraíso', la autora destaca que es la única serie en la que, con un 48 por ciento, sus escenas violentas no reflejan el daño o el dolor provocado tras la agresión, ya sea física o verbal. "Al no mostrar los resultados ni las consecuencias negativas que causan las acciones violentas se muestra una imagen menos grave del uso de la misma", indica la periodista, que añade que todo ello puede inducir al público a imitar la conducta de sus personajes favoritos, por lo que es fundamental, asegura, "no solo analizar la cantidad de imágenes violentas emitidas, sino también la forma en la que son representadas".
A modo de valoración personal, esta investigadora cree que la televisión, en este caso las series de ficción, no son las únicas culpables de las conductas violentas que pudieran tener los jóvenes de la sociedad española. "Hay que tener en cuenta otros factores relacionados con la genética, la cultura, la educación o el contexto social, que en su conjunto provocan un mayor o menor grado de violencia en la juventud. Esto no resta ni un ápice de responsabilidad a la televisión, que, sin duda, al formar parte de nuestras vidas debe guardar un compromiso ético y moral con los patrones que muestra a los espectadores", ha finalizado.
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