En su alocución semanal de los sábados, distribuida por radio e internet, Obama afirmó que “pronto, mi secretario del Tesoro, Tim Geithener, anunciará una nueva estrategia para revivir nuestro sistema financiero que permitirá que el crédito vuelva a fluir a las empresas y las familias”.
El presidente no abundó en los detalles de esa estrategia, aunque precisó que “al tiempo que impulsamos la creación de empleo, también debemos garantizar que los mercados son estables, el crédito fluye y las familias pueden continuar en sus viviendas”.
Obama afirmó que “ayudaremos a rebajar los costes de las hipotecas y extender créditos a las pequeñas empresas para que puedan crear empleos”.
Se trata del intento más reciente hasta la fecha de encontrar vías para dar un impulso a la economía estadounidense, aquejada de una grave crisis.
Hasta el momento, el Gobierno de Obama ha puesto el énfasis en la aprobación de un plan de estímulo económico dotado con 819.000 millones de dólares (625.000 millones de euros), al que la Cámara de Representantes ya ha dado el visto bueno y que el Senado comenzará a debatir la semana próxima.
Unos 275.000 millones de dólares (210.000 millones de euros) se destinarán al recorte de impuestos a las familias, y aproximadamente medio billón de dólares (380.000 millones de euros) irá a parar a inversiones en infraestructuras, energía y nuevas tecnologías, en una estrategia que, según el presidente, permitirá crear o salvar más de tres millones de empleos.
Pero la Casa Blanca insiste en que ese plan –muy criticado por la oposición republicana– representa sólo una parte de lo que es necesario para salir de la crisis, precipitada por el desplome del sector inmobiliario y su impacto en el sector financiero.
Esa medida, según la Casa Blanca, debe complementarse con unos mecanismos reguladores más precisos y con una aplicación más rigurosa del plan de rescate financiero que se aprobó el pasado mes de octubre.
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