San Fernando

Un buen oficio para una (larga) crisis

El gran problema que señalan los especialistas en urbanismo es que todo se ha hecho mal y lo peor es que terminará pagándolo el pueblo de San Fernando.

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  • Tarea sin fin -

Antiguamente se decía que el oficio de sepulturero era un oficio para toda la vida porque no faltarían clientes. Luego se aplicó también a las funerarias. Ahora se aplica a las obras del tranvía por la calle Real.

Es cierto que con un paro de 5,5 millones de personas hay mucha competencia para ser sepultureros y que si todo el mundo pone una funeraria no habrá muertos para todos. Pero en el caso de la calle Real, si no da trabajo fijo porque ese es un tipo de contrato cada vez más raro y que ya no es lo que era, al menos la rotación da para un plan de empleo que solucione temporalmente los problemas y calle a la oposición municipal.

La Junta de Andalucía ha publicitado convenientemente la finalización de la obra en el tramo desde la Venta de Vargas hasta el Carmen, pero es fácil ver a operarios colocando nuevas losetas en algunas zonas que se han levantado y la respuesta es preocupante se mire por donde se mire.

Lo que responden una vez que se les pregunta si se han levantado las losas que se terminaron de poner hace escasos meses es que no, que las que se levantan son las que se pudieron con mortero, un material que no permite más paso que el de los peatones, mientras que las que se han repuesto con un nuevo material están resistiendo, al menos por ahora, el paso de vehículos.

Respuesta preocupante
La respuesta es preocupante porque si sólo se levantan las que se pusieron al principio y los coches siguen pasando, es de suponen que se van a levantar todas las que no se han repuesto últimamente y que son la mayoría, ya que las recientes fue un parcheo por las zonas más castigadas.

Pero no es menos preocupante si se tiene en cuenta que visto lo ocurrido en la calle Real en los tramos que enlazan con las calles perpendiculares por las que se permite atravesar la principal vía de la ciudad, todavía quedan losetas por reponer con los nuevos materiales.

Lo bueno -que de todo hay- es que habrá trabajo durante muchos años para algunos operarios que podrán ver pasar la crisis con menos problemas que los demás; y lo malo es que si el Ayuntamiento llegara algún día a recepcionar la obra civil como pretende la Junta, serían las arcas municipales las que lo pagarían.

El caso, que puede resultar anecdótico contado de tal guisa, no lo es. Item más, sigue aumentando la preocupación cuando ya no se trata de la opinión de la gente de la calle, sino de especialistas en Urbanismo, arquitectos de la ciudad y personas relacionadas con las obras públicas, que suman a esa anécdota las deficiencias y carencias del proyecto, que son mucho más graves.

Y eso por no hablar de los tribunales que demostraron que se hicieron las obras sin proyecto correspondiente, lo que obligó a paralizarla para indignación de los ciudadanos y desvergüenza de la Junta (dicho sea con todos los respetos a la Institución y las críticas a los responsables políticos del proyecto. O de la falta del proyecto).

“Desde un primer momento me agradó la idea de la implantación del tranvía en la Bahía, haciendo un recorrido desde Chiclana a Cádiz, pasando por el centro de San Fernando. De esta forma se construía un transporte público no contaminante, utilizando energías limpias que mejoraba la movilidad de los habitantes de la Bahía, aunque indudablemente tiene una fuerte inversión inicial, que como se pagaba vía financiación externa, no la teníamos que pagar los habitantes de las ciudades a las que daba servicio y en San Fernando, al pasar por el centro, era accesible a la mayoría de los ciudadanos”.

Quien dice esto es uno más de los convencidos de las bondades del tranvía, que según algunas encuentas eran la mitad de la población cuando lo que se vendía era jauja, mucho antes de que lo que se haya hecho sea una vulgar chapuza.

Sin proyecto
Y es que “al parecer, por el desarrollo de las obras”, éstas se comenzaron sin tener realizado un proyecto en condiciones para la implantación de este medio de transporte, con toda la problemática que aparejaba, sobre todo debido a la peatonalizacion del centro y las modificaciones (decían mejoras) de las infraestructuras a realizar.

“Estas anunciadas mejoras, debido a la imperiosa necesidad de comenzar las obras, para poder justificar el gasto, han tenido graves consecuencias y tendrán para el futuro de la ciudad y voy a enumerar alguno de los aspectos técnicos de dicho proyecto, mal solucionados, que hemos sufrido y sufriremos en un futuro todos los isleños, sin estudiar los problemas jurídicos, los cuales han sido muy evidentes, sobre todo por la mala ejecución administrativa de las expropiaciones realizadas”, explica José María Cano Valero.

El primer problema ha sido el tráfico, puesto que para peatonalizar la vía principal de circulación de la ciudad, la calle Real, no se realizó un estudio de las modificaciones y alternativas que se debían de introducir en el futuro trazado viario y en las posibilidades de accesibilidad al centro.

“Han tardado varios años en crear zonas de aparcamiento en las rondas perimetrales, que favorecieran la entrada peatonal al centro y además haber realizado las obras de conexión necesarias por las calles perimetrales para mejorar la movilidad, calles que se están abriendo en la actualidad, mas de cuatro años después de haber realizado las obras”.

Todo ello ha producido un cierto caos en la ciudad, protestas vecinales, etc, “aunque bajo mi punto de vista de urbanista, el crear problemas para circular en vehículos privados por cascos históricos, favorece la adecuación de estos a las personas, evitando la contaminación, haciéndolos mas humanos y favoreciendo el comercio y el ocio”.

Soleria inadecuada
Otro problema técnico importante, que viene como consecuencia del anterior, es la pavimentación empleada en la calle Real, que si bien en principio es una solería de lujo, formada por grandes piezas de granito, ésta no es adecuada para el tráfico rodado.

“Esta solería, al ser pisada continuamente por el vehículo alternativamente en un lado u otro, termina por separarse en su base, haciendo que se mueva y posteriormente termina por partirse. Por eso en las vías de tráfico rodado se colocan piezas de pequeño tamaño (adoquines) o se asfalta. Por tanto vamos a tener que estar continuamente reparando el pavimento en las zonas de tráfico transversal de la calle, tal y como lo están haciendo en la actualidad”. Por ejemplo, una vez reparada la zona de Capitanía, han tenido que volver a repararla al poco tiempo, en las zonas de trafico intenso.

Y sigue la lista. Otro problema, ha sido el no crear a lo largo de toda la calle un carril bici separado de los peatones, por lo que las bicicletas circulan a sus anchas, sin ninguna zona reservada para ello.

“Todo esto viene originado por la citada carencia de un estudio de tráfico y de movilidad en la ciudad, siendo conocido por todos los problemas que plantean la construccion de los carriles bici recientemente realizados”.

Y esos son los problemas que están a la vista de todos. Existen otros que no se ven y aquellos que están por encima de los viandantes y pasan desapercibidos, salvo para los fotógrafos cofrades cada vez que importalizan una procesión, que suele ser frecuente.

Según Cano Valero, no están bien calculadas las rejillas de evacuación de pluviales, ni situadas correctamente, puesto que en las zonas con una cierta pendiente, por ejemplo desde la Iglesia Mayor a Capitanía, se forma un río de agua  de fachada a fachada, no dejando andar por la calle.

Además sigue existiendo el problema de los olores por las distintas conexiones realizadas entre las tuberías de pluviales y fecales, no sólo en la calle, sino en el interior de las viviendas, del cual ya se ha hablado y escrito suficiente.

Y los cables
Y mirando hacia arriba, no sólo no se han soterrado los cables que cuelgan por las fachadas de los edificios, en su mayoría históricos de la calle Real, sino que tampoco se han dejado suficientes tubos en vacío, en los laterales de las calles para poder soterrar en un futuro los cables de telecomunicaciones (telefonía y televisión por cable) y de energía eléctrica, que siguen existiendo por las fachadas y que ahora es muy difícil de suprimir . Para ello habría que volver a levantar la solería recién colocada para soterrarlos.

“Además pueden existir otros problemas, que en la actualidad desconozco y creo que la oficina técnica municipal puede desconocer, al no haberse realizado las obras bajo un proyecto técnico adecuado”.

¿Por qué ha ocurrido todo esto en un proyecto de tal envergadura que en el caso de que se hubiera tratado de una obra privada más de una docena de responsables estarían en el paro, como mínimo?

“Creo que la desconexión entre las distintas administraciones públicas, Ayuntamiento y Junta de Andalucía, probable y desgraciadamente debido al distinto color político de cada una de ellas, ha ocasionado que cuatro años después estemos todavía con la obra en ejecución, no sabiendo cuándo se va a terminar, si alguna vez se termina”, dice Cano, en lo que también coinciden otras fuentes consultadas - y vulnerables si sus nombres aparecieran aquí- por este periódico.

El problema, sin embargo, no es todo lo que hay sino lo que está por llegar. “Todo esto nos ha llevado a una inversión enorme, que ha dado lugar a una obra mal ejecutada, y que me temo que los isleños vamos a tener que pagar las reparación que se tengan que ir ejecutando”.
Estas son opiniones de arquitectos y aparejadores con las que no tienen por qué estar en desacuerdo los operarios que reponen las losetas de granito de la calle Real. Estos, que ni entran si salen en tales problemas, se limitan a hacer su trabajo. Y como se suele decir y parece que lo van a conseguir:  -¡Que no falte!

 

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