Dicen que el tiempo es el mejor juez, el que valora en la distancia y sirve para situar a cada uno en su sitio y poner cada cosa en su lugar. Ése que recuerda y trae de la hemeroteca mental lo vivido en el pasado.
Si los resultados alteran los ánimos y nos hace montar castillos en el aire, las inercias positivas ayudan a reafirmar posturas con la intención de consolidar ideas preconcebidas. Nada como una cura de humildad para volver a la cruda realidad. Nada como la conciencia de que toca adaptarse a las circunstancias.
La cantera, la piedra filosofal en la que se mueve hoy por hoy el Racing Portuense, es, no queda otra, la salida a una situación comprometida y austera. La apuesta incondicional de los de casa es una obligación, más que una opción.
Es una obviedad, pero no deja de ser elogiable y meritorio que 16 de los convocados el domingo, 9 fueran de El Puerto. Nada es fruto de la casualidad. El desafío es grande. Lo merece.
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