La tan ansiada regularidad de juego y resultados tendrán que esperar. Las buenas sensaciones y las ganas de encadenar resultados positivos se van diluyendo con el paso de las semanas. El juego racinguista empieza a parecerse más a una montaña rusa con unos vaivenes cuanto menos preocupante de una semana a otra. Picos irregulares e intermitencias en un juego previsible y plano que motivan un comienzo de temporada irregular. Todo ello tras sumar una victoria, un empate, tres derrotas y dos goles marcados, uno de ellos de penalti.
Muchos cambios en el estado de ánimo que no hace sino incrementar la desconfianza en un plantel, al que se le había entregado en bandeja la siempre necesitada ayuda inicial. La respuesta sigue deficitaria.
Varios son los motivos que parecen influir para encontrar las razones en la que un equipo es capaz de cambiar de un domingo a otro y aliente la indecisión de saber de antemano que Racing encontrará.
Once previsible
En la primera jornada, las molestias de Benítez impidieron sacar el mejor equipo posible. Un pobre Pozoblanco necesitó de la ayuda arbitral marcando con un penalti sacado de la manga en el tramo final ante la indefinición racinguista, de matar un partido que tenía controlado. Primera decepción.
En la segunda jornada, primer partido como local, la falta de tensión provocó el segundo desencanto de la temporada y el Alcalá, al igual que el San Juan, en la primera llegada sentenció un partido insulso.
De las cinco jornadas disputadas, en tres ocasiones se repitió el mismo once. Se confió en él tras la primera victoria cosechada ante el San Roque, curiosamente, ante el conjunto que mejores sensaciones ha ofrecido como rival.
Se le dio minutos a la espera de seguir creciendo, pero el empate agridulce en San Rafael se tomó como positivo a la espera de hacerlo bueno con una victoria ayer domingo. No pudo ser. La baja de Matallanas facilita más aún un once, que salvo alguna modificación, parece ser pronosticable y predecible de antemano.
Sin gol
Sin jugar a labores técnicas ni demagogas, al menos, llama la atención soberanamente un debate que empieza a comer terreno. Y es el hecho de que teniendo al máximo goleador de la temporada pasada con 13 goles, como es el caso de Álex Expósito, sea, hoy por hoy, un recambio más que un puntal en la parte ofensiva.
En los dos primeros partidos ligueros comenzó titular, y únicamente ante el Alcalá (segunda jornada) jugó por entero los 90 minutos. En el resto, o salió en el once (Pozoblanco) o terminaría entrando en la segunda mitad (San Roque, Los Barrios y San Juan).
El propio Mere quiso zanjar la cuestión aludiendo motivos deportivos ante esa sorpresiva suplencia.
Sin cerebro
Los partidos se resuelven dentro del área o cerca de ella, pero lo que termina por marcar el estado de salud de un equipo es la zona ancha, la parte donde se fabrica y se elaboran las jugadas. Sin un organizador claro y las muchas modificaciones, certifican la indefinición de encontrar a la pareja ideal encargada de llevar las riendas del juego.
La inclusión de Benítez, Manzano, Silveira, Natera e inclusive el propio Matallanas, cuando lo pudo hacer, han sido los jugadores que han estado en una lista, que de una forma u otra, han pasado por la zona ancha sin terminar de cuajar. Muchos cambios y alternancias que no han dado el resultado esperado.
Mentalidad
La combinación de veteranos con jóvenes inexpertos se vio como la mejor opción para dar la ayuda inestimable a los más jóvenes o a los que comienzan llegados desde la cantera. Mezclar veteranía y juventud se tomó como la mezcla perfecta para encarar una temporada con una plantilla corta de efectivos.
El papel psicológico juega un papel preponderante a la hora de afrontar los partidos. La relajación o la no implicación necesaria, a veces, es fundamental para decantar un choque que en ocasiones se resuelven con pequeños detalles. La igualdad existente necesita de otros factores para inclinar la balanza final.
La tercera derrota llegó ante un San Juan que después de más de 20 años volvía a Tercera División. Un equipo compacto, sin estridencias, pero un equipo, al fin y al cabo, proveniente de la Primera Andaluza. Sin alardes, sin necesitar de más que plantarse a verlas venir, supo jugar sus bazas.
De igual manera, y aunque el juego distó muchísimo de asemejarse, la UD Los Barrios, de la misma forma, es otro recién ascendido. De poco valió jugar buena parte de la segunda mitad en superioridad numérica. De poco valió tener el balón más que el equipo rival. Las escasas llegadas al área contraria marcaron un partido sin goles. Hubo ocasiones, hasta cuatro clarísimas pero sin mucha profundidad. No hubo fortuna.
Precisamente, Pozoblanco y Los Barrios, dos equipos que viendo posteriores resultados, coloca la situación real del potencial de dichos conjuntos. Los cordobeses han sumado, desde entonces, tres derrotas, colocándose ya en los puestos más bajos de la clasificación.
Otro resultado de esta última jornada fue el San Roque-Los Barrios, con una victoria local clara por 3-1.
Detalles que únicamente ponen de relieve que los resultados cosechados no son más que la muestra patente que ciertos deslices tienen una lectura cuanto menos a tener en cuenta.
Sumar cinco puntos menos que la temporada anterior no debiera decir mucho más que simples guarismos. El inicio con Galisteo auguraba buenas sensaciones y lejos de la realidad, la campaña resultó oscura y delirante.
Los números no debiera esconder otras realidades y otras esperanzas en poder revertir dicha situación. Las exiguas ocasiones que crean los contrarios, han contado, de igual manera, con una efectividad del 100% a la hora de batir la portería racinguista.
Precisamente, la competición, con nueve meses de Liga, premiará la regularidad y ésa deberá llegar con el paso de las jornadas. Trabajo, equipo y ganas hay para revertirla. Cuestión de tiempo.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es