No parece tener una adecuada información sobre los resultados reales de explotación ya que, en estos momentos, aún a pesar de la subvención que se percibe, éstos rozan los umbrales de rentabilidad y no son pocas las pequeñas explotaciones que, dadas las circunstancias, han declinado recolectar su cosecha de esta campaña. No podemos obviar, evidentemente, los riesgos de mercado, no sólo determinados por el precio, aunque pueda resultar importante, sino por otros aspectos inherentes a la comercialización del producto y convenimos que hay que conjugar los diferentes factores para evitar la pérdida de mercados. Sin embargo, en los niveles actuales de precios, no podemos admitir la necesidad de una contracción de los mismos como solución final, porque estaríamos atentando contra la esencia de este sector inveteradamente castigado en otros tiempos por las políticas de precios aplicadas. La misión, por tanto, del Ministerio de Agricultura, no es poner tanto énfasis en lo obvio, sino facilitar la evolución de los diferentes sectores agrícolas de nuestro país, evitando que los precios que perciben los productores se multipliquen de forma incontrolada cuando llegan al consumidor, y defender el nivel de rentas de los agricultores, sobre todo los de aquellas provincias cuya dependencia está más supeditada a un producto determinado y están, aún, muy lejos de alcanzar el nivel medio de la renta per capita de nuestro país, pero, por lo visto, debemos entender que esta provincia debe seguir ocupando uno de los últimos puestos de este ranking.
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