Notas de un lector

El poeta y el mar

"El poeta y el mar” es, sin duda, un libro singular

Mar y poeta, mar y poesía, llevan muchos siglos cogidos de la mano. El poeta se ha acercado siempre al mar, para cantarlo como padre único -el mar-, como madre única -la mar-, para decir de él -de ella-  de mil modos, adecuándose a su propio ritmo, a su propio son. Con asombro, con admiración, con verbo elogioso, pero también con palabra recriminadora, cuando su furia lastima, daña, hiere. “Todo el mar es misterio resonante/ y palabra inicial”, escribió Eduardo Marquina. Mar-origen. Mar-semilla. “La tierra es criatura/ y el mar es creador”, sentenció el poeta centroamericano Hugo Lindo.

     Aquí me detengo. Porque sé que me es fácil desviarme, al hilo de tema tan propicio, del que hoy me mueve a escribir: un libro de la editorial Kalandraka titulado “El poeta y el mar”, que tiene como destinatarios a pequeños lectores: de seis años en adelante.

     Lo ha escrito y lo ha ilustrado María Wernicke, argentina del 58, integrada en el Foro de Ilustradores de su país, y poseedora de importantes premios en su género. Sus colaboraciones han rebasado las fronteras de su país (México, España, Brasil, Estados Unidos…) y en su bibliografía destaca un libro titulado “Uno y otro”, aparecido en 2006, y ganador del premio de la Asociación de Literatura Infantil y Juvenil Argentina. Además, en 2008, y representando a su país, fue seleccionada para el catálogo de la prestigiosa Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil de Bolonia.

     “El poeta y el mar” es, sin duda, un libro singular. En su primera página, Kalil pregunta: “¿Cómo es el mar?”, y la autora trata de darle respuesta a través de “metáforas visuales”, a la que acompañan palabras que pretenden ser precisas y definitorias -sólo una por página-, y a las que se suman collages de papeles teñidos en tintas “finísimas tiras que, con sus formas, se convierten en bailarinas, guerreros o animales que cobran vidas, aderezando cada figura con mínimos trazos de lápiz”.

     ¿Cuáles son esas palabras, cuidadosamente elegidas, que se convierten en el solo texto del volumen? Ondulante, inmenso, avasallador, cambiante, feroz, intrépido, majestuoso, enigmático. La enumeración se detiene. “Un aleteo impregna el aire de sal”. Kalil, ya sin palabras, camina por estas páginas, orillando las olas. Hasta que “el mar se hizo espejo, borró las huellas del poeta y escribió sus propios versos”.

     Afirma la nota editorial, que es este un volumen “que acerca a los lectores a la soledad del escritor”. Y en esa emocionante y sonora soledad, caben también las dudas que acechan a cada autor sobre la utilidad posterior de sus textos. Francis Bacon sentenció a propósito de ello: “La lectura hace a un hombre completo, la conversación hace a un hombre estar alerta y la escritura hace a un hombre cabal”. Y el adentrarse en este libro, afirma y reafirma las consideraciones baconianas.

     Mar y poeta, al cabo, ratificando lo que, siglos atrás, apuntara Li Cheng To: “Pon el pincel en las manos temblorosas del mar/ y escribirá con pulso firme su propio poema”. Con tinta azul, sin duda.

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