San Fernando

Nuevo concepto estético del centro

Los elementos diferenciadores del centro de la ciudad con respecto a otros centros comerciales y turísticos pueden verse a lo largo de toda la calle, consiguiendo una uniformidad extraordinaria en su concepción estética.

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Los políticos de San Fernando, a excepción de los del Partido Popular, han venido vendiendo en los últimos años que la calle Real semipeatonalizada iba a convertirse en un espacio de encuentro, de cultura y de ocio para los ciudadanos a través del uso de las amplias zonas que han quedado libres de la tiranía del automóvil, que serán menos cuando comience a circular el tren tranvía.


En estos tiempos se han organizado diferentes eventos que certifican ese uso, pero se nota que las exigencias se han relajado en cuanto a exigir un mínimo de calidad y decoro a lo que se instala acorde con la categoría de una ciudad como San Fernando o bien en el Ayuntamiento no hay nadie que supervise lo que se hace y rechace lo que no cumpla una mínimas condiciones estéticas que, por cierto, el Ayuntamiento está exigiendo a los dueños de bares y restaurantes en sus terrazas uniformadas. No así la limpieza constante de las mismas, al menos por la noche, cuyas competencias están en duda de a quién corresponden, aunque las consecuencias son notables a simple vista.


Tras la instalación de la feria de artesanía que estará instalada hasta este domingo, con los burros incluidos, las normativas que a buen seguro existen para que se cumplan los usos requeridos del mobiliario y los espacios públicos parecen que no se tienen en cuenta y se permite desde el uso de las farolas de los jardines como soportes publicitarios hasta la instalación de un simple tablón de anuncios cogido a una farola en el mismísimo centro de la calle Real, de un más que dudoso gusto estético.


El resto de las farolas también sirven de soporte ocasional para anunciar todo tipo de actos, mientras que la suciedad se va incrustando en el suelo sin que los servicios de limpieza hagan su labor de baldeo, algo que se comprueba con la manifiesta ‘veteranía’ que demuestran las manchas de líquidos que no siempre son restos de vinos o refrescos.


Lo único que en algún momento podría tomarse como algo positivo es que al menos el concepto estético consolidado guarda una extraordinaria uniformidad en toda la calle, porque en toda la calle se pueden observar los mismos distintivos definitorios de la imagen de una ciudad en la que parece que no haya nadie gobernando y en la que, haciendo gala de su historia, la libertad se derrama (nunca mejor dicho) por sus mismísimas entrañas.

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