Bradley Wiggins (Sky) ya está inscrito en el libro de oro del Tour de Francia al convertirse en el primer ciclista británico que gana la carrera, una vez disputada la vigésima y última etapa, un trámite de 120 kilómetros entre Rambouillet y París que culminó con la victoria al esprint de su compatriota Mark Cavendish, que redondeó la fiesta del Sky.
Cavendish entró señalando con los dedos las cuatro victorias en París sobre las 23 que tiene en el Tour. Un esprint lejano, de nuevo impresionante del ciclista de Man, el primero que gana en esta ciudad con el maillot arco iris de campeón mundial.
Ganó el último pulso al eslovaco Peter Sagan (Liquigas) y al australiano Matthew Goss (Orica). Un regalo de Wiggins, que le preparó el esprint y un regalo para Wiggins, que cruzó la línea abrazando la gloria de ganar la carrera más importante del mundo.
A cinco días del comienzo de los Juegos Olímpicos, Bradley Marc Wiggins, nacido hace 32 años en Gante (Bélgica), ha adelantado la primera medalla de oro para Gran Bretaña en la centenaria prueba francesa.
Nunca un británico había subido a ningún escalón del podio. Su fuerza contrarreloj, un equipo inabordable y la ayuda determinante de su compatriota Chris Froome, han sido las bases de un éxito sin precedentes.
Wiggins, un "personaje muy complejo", según Shane Sutton, preparador físico del Sky no ha hecho sino ratificar su condición de favorito en un Tour diseñado a su medida, con 100 kilómetros contrarreloj, su punto fuerte. El doble campeón olímpico y triple mundial en pista arrasó en las citas claves de Besançon u Chartres y aguantó en la montaña con los mejores.
Todo muy previsible en un año impecable del hijo de Gary, un australiano que corría en pista y que murió en 2008 en extrañas circunstancias. "Gracias a mi padre soy ciclista", recuerda. Llegó al Tour después de haber ganado esta temporada la París-Niza, el Tour de Romandía y el Dauphiné, algo inédito en la historia del ciclismo.
En el prólogo de Lieja cedió ante Fabian Cancellara por 7 segundos y en la séptima etapa ya se puso de líder en la Planche des Belles Filles, primer final en alto. Y de amarillo hasta los Campos Elíseos, donde escuchó el "God Save the Queen" con todo respeto, lejos de la broma que soltó el día de la visita del presidente francés François Holland. "Prefiero bailar en el podio un break dance con él a escuchar el himno", dijo.
Wiiggins estuvo escoltado en el cajón por Chris Froome y por Vincenzo Nibali. El primero de ellos el hombre fiel y obediente que tiró del freno en la montaña para no abandonar a su líder. Segundo en la Vuelta 2011 fue para muchos el más fuerte del Tour, pero se portó como un buen empleado de la empresa Sky.
Y el "Tiburón" italiano, que fue el único que atacó la jerarquía del equipo británico, ya tiene un podio en las tres grandes, el más importante el primer puesto de la Vuelta 2010. Asegura que "los mejores años tienen que llegar".
También fueron protagonistas del Tour la joya eslovaca Peter Sagan, que vuelve a casa con el maillot verde y tres triunfos de etapa. Y además se quedará con el coche de lujo de su patrón, que se lo prometió si alcanzaba los citados resultados. En la montaña brilló con el maillot de puntos rojos el "guerrillero" francés Thomas Voeckler, el mejor joven y maillot blanco fue el estadounidense Tejay Van Garderen y el equipo número uno el Radioshack.
Respecto a los españoles la cosecha se reduce a la sexta plaza de Haimar Zubeldia (Radioshack), que a punto estuvo de dejar el ciclismo hace tres meses por una cardiopatía, y a las dos etapas ganadas por los murcianos Luis León Sánchez y Alejandro Valverde. Un parón después de años de gloria, con los triunfos de Oscar Pereiro (2006), Alberto Contador (2007 y 2009) y Carlos Sastre (2008).
Para la próxima edición, que será la número 100, la organización ya sueña con el duelo a cuatro bandas: Wiggins, Froome, Contador y Andy Schleck. Si el tiempo y las circunstancias lo permiten.
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