"Un minuto de privación de libertad es un montón de tiempo", dijo Mario Conde, quien aludió a su paso por la cárcel y recordó que hasa el pasado año no obtuvo la libertad condicional.
Conde fue interrumpido con aplausos en varias ocasiones, como cuando contó que al comunicarle su secretaria la invitación para ir a la cárcel, él contestó: "Ya tuve bastante con Alcalá-Meco".
En ese momento una interna exclamó: "El pobre", pero sólo unos minutos después otro interno le preguntaba que dónde tenía el dinero, lo que suscitó carcajadas de los presos y del propio Conde, quien aseguró que en los periodos que estuvo en prisión leyó entre 300 y 500 libros y aconsejó a los internos que leyeran para defenderse mejor cuando tengan la libertad.
Un preso llamado Andrés, que había coincidido con Conde en Alcalá-Meco cuando el banquero era el celador que, en el argot carcelario, "le dio la libertad" -el que estaba de guardia cuando salió-, le preguntó por el cambio entre su tarea de banquero y las que desempeñó en prisión.
Otro interno le preguntó por los supuestos privilegios que tuvo en la cárcel, lo que el banquero negó recordando que se dijo que tenía jamones colgados en la celda y haciendo alarde de dominar el lenguaje de la cárcel: "A las siete de la mañana preparaba el desayuno para los que se iban de diligencias, y cuando había cunda (traslado de presos) me quedaba hasta las diez de la noche, y los sábados también".
Admitió que el único privilegio era estar solo en una celda, lo que se debió a un auto judicial "por seguridad", y señaló que aún mantiene amistad con un par de funcionarios que lo trataron bien "siempre con la ley en la mano".
Conde les aseguró que había aprendido mucho en la cárcel y que cuando lo presentan en un acto público y eluden referirse a su paso por prisión, él mismo corrige a su presentador y dice que su relación penitenciaria ha durado catorce años.
Sobre la utilidad de los libros y de la lectura, Conde les contó que ha montado una pequeña editorial, Séneca, y que él mismo ha escrito un libro: "Derecho penitenciario vivido".
También arrancó aplausos de su auditorio cuando contó que en su primera noche en la cárcel un interno le pasó un pastelito por debajo de la puerta y que, asustado, al mirar por la mirilla para ver de qué se trataba, el interno le dijo "Señor Mario, de aquí se sale", un mensaje que quiso trasladar ayer a los presos, a los que pidió que no reincidieran porque "fuera la cosa está complicada, pero hay una esperanza".
Al despedirse tras contestar algunas preguntas, un interno le gritó "déjame el traje para ir a juicio", mientras que otro le aconsejaba: "échate gomina", y unas internas a las que los periodistas les preguntaban qué les había parecido, contestaron: "Una persona íntegra; y muy humano".
La Escuela Andaluza de Escritores organiza esta entrega de libros y la correspondiente alocución, que el año pasado protagonizó Eleuterio Sánchez ‘El Lute’, y que en esta ocasión ha consistido en 3.100 volúmenes donados por alumnos de la escuela, por particulares y por la Consejería de Cultura de Andalucía.
El director de esta escuela, Andrés Nadal, les dijo a los presos que con los libros sucedía como con las personas, que los hay buenos y malos, como sucede en la cárcel y fuera de ella.
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