Nada de lo ocurrido hasta ahora cuenta y mal hacen quienes quieran agarrarse al pasado para justificar el presente o el futuro. Comienza una nueva partida, hay cartas nuevas sobre la mesa y todo depende de la habilidad de cada uno para salir con dinero en el bolsillo o arruinado.
El Partido Popular ha jugado fuerte porque no tenía otra opción. Por un lado, porque era conocido por todos que los socialistas buscaban motivos para repetir el golpe de timón del anterior mandato corporativo dada la debilidad del alcalde, Ernesto Marín. Por otro, porque una ciudad no puede estar en las condiciones en que estaba hasta el sábado, Pleno sí y Pleno también con el gobierno proponiendo y la oposición disponiendo. Quizá por ello el ambiente que se palpa en los sectores productivos que dependen de muchos proyectos municipales haya sido de alivio.
Y es que lo que se esperaba era una mayoría absoluta, del color que fuera pero mayoría capaz de agilizar todo lo que está atrasado y poner en orden una ciudad que ha sido hasta ahora la abanderada del desarrollo de la provincia. Y esa mayoría absoluta ha llegado.
Lo que ocurra a partir de ahora ya será culpa de dos, para bien o para mal, y lo bueno y lo malo será lo que dentro de tres años sopesen los ciudadanos a la hora de depositar su papeleta en las urnas. Mientras tanto, es hora de trabajar. Queda mucha tarea pendiente.
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