Sin embargo, el fenómeno no es nuevo. La Fundación Migres lleva años investigando qué se esconde detrás de esta otra forma de inmigración que recibe el Campo de Gibraltar como puerta de entrada a Europa de especies poco conocidas, y cuyo impacto en la zona es aún una incógnita.
El coordinador del programa de seguimiento científico de aves en el Estrecho de la Fundación Migres, Alejandro Enrubia, explica que este fenómeno “es una de las cosas que estamos trabajando desde hace tiempo”, y que no dudan en vincular “con los procesos relacionados con el calentamiento global y el cambio climático”.
“El Estrecho es un lugar singular de frontera entre continentes, un límite biogeográfico, y hay muchas especies de filiación africana que están pasando ese límite”, señala Enrubia.
Pero, ¿por qué está ocurriendo? ¿Qué lleva a estas aves a recorrer cientos de kilómetros, en ocasiones a través del desierto, para cambiar por primera vez en su historia documentado su hábitat natural?
Todo apunta a que una parte importante de los condicionantes de este fenómeno se explica en el calentamiento global, que está produciendo cambios ecológicos importantes, y algunas especies están reaccionando y cambiando sus áreas de distribución.
A todo ello hay que unirle, según explica Alejandro Enrubia, que en la zona del Sahel están sufriendo un proceso muy duro de sequía, una circunstancia que “también puede estar provocando movimientos importantes de la fauna, y en el caso de las aves, que tienen esa capacidad de vuelo y dispersión, lo notamos más”.
Especies
Las últimas localizaciones de especies que han sido vistas por primera vez en Europa han puesto de relieve este fenómeno. De momento, lo que se ha ido detectando es la llegada de aves africanas. Sin embargo, el fenómeno se remonta más atrás en el tiempo. En las últimas décadas ya se han producido colonizaciones de aves que llegan a Europa a través del Estrecho y se quedan en la zona, y se reproducen, incluso que empiezan a expandirse por la Península.
Son también aves africanas. Uno de los primeros hallazgos fue el del camachuelo trompetero. Se trata de un pájara muy pequeño, de unos doce centímetros, que se caracteriza por un aspecto rechoncho y un pico corto y fuerte, apto para romper semillas duras, aunque también se alimenta de plantas e insectos.
Procedente del norte de África, se cita por primera vez en la Península Ibérica como invernante en 1969. Desde entonces, ha colonizado buena parte de la costa del Mediterráneo y la zona de Levante.
Otro de los casos más antiguos es el del elanio azul. Antaño tan sólo habitaba en África y el sur de Asia, pero a partir de los años cincuenta se detectan sus primeras localizaciones de migración a través del Estrecho.
El origen de su cambio de hábitat se explica en la imposición de modernos sistemas ganaderos y agrícolas, que provocaron un cambio en la utilización del suelo, sobre todo en Extremadura, donde enormes cantidades de encinares fueron aclarados y roturados y los pastos tradicionales sustituidos por cultivos de cereal, resultando un medio apropiado para que el elanio azul lograra un establecimiento de importantes colonias de cría.
Estas colonias de cría permitieron su expansión por Europa. En el año 1975 la mitad sur de Portugal ya tenía importantes colonias de cría y en España ya habían superado la mitad de la Península. A mediados de los años ochenta, se empezaron a detectar nidos en el sur de Francia, y desde entonces ha ampliado su distribución por gran parte de Europa.
La golondrina dáurica fue también de las primeras especies en cruzar el Estrecho y asentarse en la zona. Se trata de una especie muy similar a la golondrina común que ya ha colonizado la práctica totalidad de la Península.
Estos casos más históricos no quedaron anclados, y en los últimos años se ha seguido reproduciendo este fenómeno migratorio. Entre los casos más recientes se encuentra el vencejo cafre y el vencejo moro, dos especies que están criando en los últimos años en la provincia de Cádiz.
Otro fenómeno reciente es el del ratonero moro, una especie que busca espacios abiertos para la búsqueda de alimentos y sitios adecuados para construir sus nidos. Su hábitat histórico ha sido Asia, los Balcanes y el norte de África, donde ha habitado normalmente llanuras, regiones montañosas y estepas.
Recientemente, se ha detectado su presencia a través del Estrecho, y su asentamiento en la Península ha empezado a localizarse en los últimos dos años en zonas disgregadas de Cádiz y Málaga.
El fenómeno crece, y en el último mes se ha seguido documentando la presencia de nuevas especies. La Fundación Migres, tras un estudio de investigación, localizó la presencia de la mariposa monarca asentada por completo en los parques del Estrecho y Los Alcornocales.
Junto a ella, en las últimas dos semanas se ha detectado por primera vez en la historia documentada la presencia en la zona de otras especies como el águila volatinera, el colirrojo diademado o el corredor sahariano.
Alejandro Enrubia explica que, lejos de tratarse de fenómenos aislados, “lo que se va viendo es un proceso general, de especies de vinculación africana, que están colonizan el Continente”.
El proceso, además, parece que va a seguir creciendo en los próximos años, ya que Migres también ha detectado “varias especies que están a las puertas, que han intentado criar y no lo han conseguido, y que en próximas fechas lo harán, como el halcón borní o lanario, o el escribano sahariano”.
“Así como tenemos especies africanas colonizando el continente europeo, al revés no se produce. El fenómeno se da sólo en una dirección. Eso nos está dando la idea de que algo está ocurriendo, y ese algo es que las condiciones en el sur de la Península son más áridas, más secas, disminuye la precipitación, y proporciona unas condiciones climatológicas similares a las que tienen en África. En condiciones como un invierno muy frío desaparecerían”, explica el experto de Migres.
Consecuencias
A pesar de estar documentado desde hace décadas, estos nuevos inmigrantes representan aún un fenómeno demasiado nuevo como para conocer su alcance. Según explica Alejandro Enrubia, “si es una amenaza o no es lo que todavía no sabemos muy bien, porque si estas especies ocupan un nicho que no está ocupado por otra especie no supone un problema. Por ejemplo, el camachuelo no tiene equivalente, y no haya problema. Pero el ratonero sí, como el ratonero común, y el moro ocupa las mismas zonas, y lo que hemos visto es que se hibrida. En otros casos, detectamos fenómenos de competencias, como los escribanos o los vencejos, también con equivalentes locales, y no sabemos cómo se resolverá, porque son procesos que llevan años”.
“Nuestra idea es que esas especies se están asentando y en los próximos años las vamos a ver expandirse por buena parte del territorio. En dos décadas ocupan toda la Península, y eso es toda una hazaña”.
Sin embargo, lejos de tratarse de un fenómeno exclusivo de las aves (aunque son las especies predominantes en estas migraciones), los científicos vienen advirtiendo la presencia por primera vez en la zona de otros seres vivos, tales como insectos, plantas, virus o bacterias procedentes del norte de África, que nunca antes se habían localizado.
Por ejemplo, desde el punto de vista sanitario, la expansión de los virus del Nilo o la lengua azul, que son enfermedades de origen africano están provocando la investigación del fenómeno por parte de los expertos.
El proceso es muy complejo, y Migres lleva años encontrando respuestas al mismo. Todo parece indicar, en cualquier caso, que el clima está detrás de un proceso que provoca que el hábitat de nuestro entorno esté siendo ocupado desde hace años por nuevos inquilinos.
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