Con muestras del cerebro de Albert Einstein conservado en trozos, y especímenes de otras cabezas de personajes famosos y otros nefastos, como el matemático inglés Charles Babbage y el asesino en serie William Burke, abre una exhibición en Londres esta semana que intenta revelar parte del misterio de la mente.
El cerebro de Einstein fue preservado tras su muerte en 1955, pero este hecho se mantuvo en secreto hasta 1978. El objetivo fue tratar de dilucidar aparentes particularidades en el cerebro de uno de los mayores genios del siglo XXI.
Los responsables de la exposición señalan que muestra "a la mente como materia", con una perspectiva histórica sobre lo que han hecho los seres humanos con los cerebros con el argumento de la intervención médica y la investigación científica.
"Este órgano único y frágil se ha vuelto objeto de los más profundos temores y creencias de la sociedad moderna, y de algunas de las prácticas más extremas y tecnologías avanzadas", dijo Marius Kwint, co responsable de la muestra, que habló con periodistas en una presentación previa de la Wellcome Collection en el centro de Londres.
"Las diferentes formas en las que hemos tratado y representado los cerebros físicos reales abren muchos interrogantes sobre nuestras mentes recolectoras", añadió.
Los científicos reconocen que el cerebro contiene 100.000 millones de células nerviosas y unos 100 billones de conexiones neuronales o sinapsis.
HERRAMIENTAS BÁSICAS
Investigaciones actuales como el Proyecto Conectoma Humano están buscando las conexiones cerebrales a través de las técnicas por imágenes más recientes, pero las personas han estado intentando desde tiempos prehistóricos escarbar más allá del cráneo e indagar en profundidad qué vuelve a una mente tan diferente de otra.
Las herramientas presentes en la exhibición -desde un trépano con mango de madera y una espada creada con dientes de tiburón hasta una lima craneana del siglo XIX que parece un sacacorchos o destapador de botellas, muestran cuán difícil puede resultar llegar al cerebro.
"Las herramientas son sorprendentemente básicas, aún cuando el tratamiento de los cirujanos es increíblemente cuidadoso", dijo Kwint.
La muestra presenta un cráneo de 5.000 años de antigüedad con perforaciones que muestran desde hace cuánto tiempo los hombres han estado usando la intervención directa sobre la materia cerebral.
También hay instrumentos más modernos como una máquina de terapia electroconvulsiva (TEC) de 1950 conservada de un hospital mental británico que comenzó a funcionar en 1829 como un "asilo para lunáticos indigentes".
Dividida en cuatro secciones, la exhibición destina un cuarto de su espacio a cómo el cerebro ha sido conservado para la posteridad.
La co-curadora Lucy Shanahan dijo que mientras que especímenes como las rodajas del cerebro de Einstein pueden ofrecer poco en términos de cómo manejó la mente del gran científico cuestiones como la Teoría de la Relatividad, su preservación aún hace a las personas detenerse y pensar.
"Es fascinante estar enfrentado a cerebros reales. Cuando ves uno, o parte de uno, en un frasco, de alguna manera eso no revela casi nada, pero al mismo tiempo te hace detenerte y relacionar eso con qué está pasando dentro de tu propia cabeza", dijo Shanahan a Reuters.
"Es una fascinación, si no una obsesión", añadió.
La exhibición termina con la muestra de entrevistas grabadas a posibles donantes de cerebro, algo que busca subrayar la importancia del suministro continuo de material para trabajar en la búsqueda de nuevos tratamientos para condiciones como la enfermedad de Alzheimer.
Uno de los entrevistados es Albert Webb, nacido en el este de Londres en 1919, quien dice que se vio motivado a prometer que donará su cerebro a la ciencia después de que su mujer Ellen muriera de Alzheimer. "Haré un poco de bien a alguien", señala.
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