España

El ladrillo se da por muerto

El problema añadido para promotores y constructores sevillanos es que el nuevo Ayuntamiento liquidó el Plan Municipal de la Vivienda

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Constructores, ingenieros, arquitectos, aparejadores y consultores presentaron hace unos días en Sevilla la Mesa de la Construcción con un mensaje descorazonador dirigido a la opinión pública y a las Administraciones en estos momentos en que no se vislumbra el fin de los recortes presupuestarios como consecuencia de la crisis económica y de las exigencias de la UE para reducir el déficit público cueste lo que cueste: el sector del ladrillo está “muerto” ante “la total paralización de la actividad”.

El presidente del nuevo foro económico, el sevillano Federico Muela, ha subrayado que desde que estalló la crisis en 2008 hasta hoy, en toda Andalucía han desaparecido más de 300.000 puestos de trabajo directos en el sector de la construcción, sin contar los indirectos ligados a ella en otros, ya que la edificación de viviendas es uno de los mayores motores económicos por su efecto de arrastre en infinidad de actividades auxiliares: transporte, extracción de áridos, cementeras, ladrilleras, azulejos y cerámica, instaladores eléctricos, fontanería, carpintería en madera y metálica, vidrio, fabricantes de electrodomésticos y hasta las notarías, que al perder la escrituración de los pisos que se han dejado de construir han conocido ahora el paro y los despidos en los despachos por primera vez en su historia.

Pinchazo de la ‘burbuja’

Es obvio que el sector de la construcción está purgando sus excesos y el pinchazo de la ‘burbuja’ inmobiliaria, una fiebre especulativa que atrapó a infinidad de personas en su afán por dar un ‘pelotazo’ con el pase de viviendas compradas incluso sobre plano, en la creencia de que las revalorizaciones millonarias en pesetas estaban automáticamente garantizadas. Nunca previeron que se pudiera cerrar el grifo del crédito y el fin de los tiempos del dinero barato, una época en la que resultaba más rentable pedir un préstamo al banco para especular con el ladrillo -hubo revalorizaciones de hasta tres dígitos- que invertir en la industria o en otros sectores de maduración mucho más larga y con retornos medios de sólo el 7%.

Un país como España, menos poblado que Alemania, Francia y el Reino Unido, construía anualmente del orden de 800.000 a 900.000 viviendas, más que estas tres naciones líderes de la Unión Europea juntas. El proceso carecía de lógica económica en el largo plazo, pero se mantuvo durante nueve años, hasta que se ha derrumbado como un castillo de naipes dejando tras de sí un reguero creciente de desahucios por ejecuciones hipotecarias, entre uno y dos millones de viviendas vacías, centenares de miles de albañiles en el paro, la desaparición de miles de pymes surgidas al albur del ‘boom’ y la ruina de empresas que parecía que se iban a comer el mundo, como la inmobiliaria Colonial, del empresario nazareno Luis Portillo, y Martinsa-Fadesa, de Fernando Martín, expresidente del Real Madrid.

En uno de los típicos movimientos pendulares que caracterizan a España, donde se pasa del cero al infinito sin término medio, la construcción ha pasado de representar el 17% de la economía nacional a una actividad casi residual, pues como reza en el manifiesto leído por Federico Muela, “no tenemos ni proyectos, ni obras, ni licitación pública ni privada, ni nuevas viviendas”. Obviamente, un país no puede permitirse liquidar un sector puntero como éste hasta hace tan sólo cinco años. Es necesario por el bien de todos que vuelva a ser pujante, pero tendrá que renacer con unos rasgos mu distintos a los voraces de antaño y tras una selección darwiniana que sólo dejará en pie las empresas más eficientes y en la cuneta a muchos advenedizos sin tradición alguna que acudieron a la construcción como polillas a la luz y con la única intención de un enriquecimiento rápido y sin cuidar calidades ni aportar valores añadidos. De hecho, el sector sigue anclado en parámetros antiguos y, pese a su intensa capitalización en los años de vacas gordas, se preocupó poco de la I+D+i en apartados como la incorporación de la domótica y la eficiencia energética a las viviendas.

20.000 pisos nuevos sin vender

El futuro del mercado inmobiliario en Sevilla fue ya objeto de unas Jornadas de estudio que organizaron Gaesco, la patronal sevillana de la construcción, y BNP Paribas Real Estate y en las que se puso de manifiesto que en el conjunto de la provincia hay 20.000 viviendas nuevas sin vender, de las cuales 4.000 se hallan en la capital; y que la obra de vivienda de renta libre prácticamente desapareció a lo largo del primer trienio de la crisis.

Uno de los hombres fuertes de la construcción sevillana, Gabriel Rojas, vaticinó que el ‘stock’ de viviendas en Sevilla capital se puede acabar en 2015 y que la demanda se puede reactivar coincidiendo con el desarrollo de nuevos barrios, como el que promueve su propia empresa en la Hacienda del Rosario, y el de Palmas Altas Sur en torno de la nueva sede de la multinacional sevillana Abengoa (unos 2.500 empleados) y su parque tecnológico anejo, que recientemente se han conectado mediante un puente diseñado por Richard Rodgers con Los Bermejales y dado así continuidad al tejido urbano de Sevilla.

Estima Gabriel Rojas que, con crisis o sin ella, Sevilla sigue siendo la capital política y económica de Andalucía y la cuarta ciudad del país en número de habitantes, y que tiene un mercado de primera residencia cuando la población sigue creciendo -levemente en los últimos años- y un PGOU sin desarrollar en ninguno de sus sectores transcurridos ocho años desde su redacción.

Curiosamente, una empresa tan significativa como es el grupo constructor Gabriel Rojas coincide con la Oposición municipal en su apreciación de que el Plan General de Ordenación Urbana de Sevilla está por desarrollar y, por tanto, en que su activación podría ser un importante balón de oxígeno para el sector de la construcción en estos momentos de vacas flacas.

El dinero fue para las Setas


Parte de la falta de desarrollo del PGOU radica en que Monteseirín se gastó el dinero entregado al Ayuntamiento por los promotores inmobiliarios (en torno a 200 millones de euros) con destino a urbanizar los suelos y realizar los equipamientos previstos en obras ajenas a tales fines, como fue la construcción de las ‘Setas’ de la Encarnación y la red de carriles-bici. El desvío del dinero trató de ser justificado por el exalcalde con el argumento de que las nuevas inversiones debían realizarse en la “ciudad consolidada”, su escaparate electoral para que pudieran percibirlas los votantes, y no en construir viales y otras infraestructuras “en medio del campo”, a pesar de que esas inversiones finalistas hubieran dejada preparada la ciudad para afrontar los retos del futuro hasta el año 2020.

La patronal Gaesco anunció públicamente su intención de querellarse contra Monteseirín por este uso presuntamente fraudulento de los fondos del PGOU, por lo que el exalcalde, para evitar verse ante los tribunales, tuvo que firmar un documento reconociendo el desvío del dinero y comprometiendo al Ayuntamiento a afrontar las inversiones futuras con sus propios fondos y sin exigir ni un euro más a los promotores, un compromiso que deja a Zoido atado de pies y manos, máxime tras encontrarse las arcas municipales vacías a su llegada a la Plaza Nueva.

Esta ha sido una de las razones que han impedido hasta ahora el desarrollo de los suelos de San Nicolás Oeste para albergar la nueva tienda que Ikea quiere construir, con una inversión de unos 200 millones de euros, en San Nicolás Oeste y que, junto a la SE-35, permitiría aliviar la crítica situación de las constructoras sevillanas. Sin suelos urbanizados y sin vías de comunicación que lleven hasta los mismos, el Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra se ha podido permitir el lujo de dar lecciones al de la capital y ofrecer su término como ubicación alternativa para la ejecución inmediata del proyecto de Ikea.

Alcalá cuenta con 3 millones de m2 de suelo perfectamente definido y conectado por la autovía del 92 y la SE-40. Su alcalde, Antonio Gutiérrez Limones, ha declarado, en clara alusión a los gastos de Sevilla en las Setas, que “mientras otros han invertido en diversas cuestiones, Alcalá ha realizado una inversión productiva y en infraestructuras de apoyo empresarial. Esto no es fruto de la casualidad -añadió-, sino de una buena gestión y de una política clara de inversiones en lo industrial”.

Sin plan de vivienda


El problema añadido para promotores y constructores sevillanos es que el nuevo Ayuntamiento liquidó el Plan Municipal de la Vivienda existente, en el que se preveía la construcción de más de 19.000 pisos de protección oficial -un 40% de ellos, de alquiler- hasta el año 2012. El argumento dado por el delegado de Urbanismo es la pescadilla que se muerde la cola: se anuló por la falta de suelos desarrollados y porque no se había construido prácticamente ninguna y era necesario reevaluarlo por completo y crear unas condiciones “más realistas”.

El Consistorio sigue estudiando fórmulas de “flexibilización”, como el alquiler con opción a compra y la rehabilitación de infraviviendas, un campo éste con grandes perspectivas dada la situación del parque inmobiliario de la ciudad, pero el tiempo pasa y los estudios aún no se han concretado en actuaciones que insuflen oxígeno a un sector que se da por muerto a sí mismo pero al que no se puede dejar morir.
Como bien ha dicho Federico Muela, la reactivación de la construcción no es la única premisa para salir de la crisis, “pero sin esa reactivación nunca superaremos la situación actual”.

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