"¡Vamos!", el grito de guerra de Arantxa que también da título a su libro, no solo repasa la carrera tenística de la ex número uno mundial, su infancia y su adolescencia, sino la difícil relación familiar con sus progenitores que, según ella, le han llevado a la ruina.
"El mazazo que he recibido en los últimos meses me ha servido para despertar y vivir la peor pesadilla posible. Aún no soy capaz de entender qué me está sucediendo: que todo por lo que he luchado, que todo lo que he conseguido, se ha esfumado sin más. Me lo dicen y no me lo puedo creer. ¿Cómo es posible que todo lo conseguido en tantos años haya desaparecido, no exista? Estoy convencida de que no puede ser cierto", afirma en el libro.
En "¡Vamos!" (La esfera de los libros), Arantxa narra sin tapujos la ahora inexistente relación con sus padres y hermanos, sus problemas con Hacienda o su feliz matrimonio con el empresario Josep Santacana, con el que ha tenido dos hijos.
"En cuanto conocí al que hoy es mi marido y padre de mis hijos Arantxa y Leo, toda la familia puso de nuevo en marcha los mecanismos que habían conseguido romper mis relaciones anteriores (...) Según, ellos, ninguna de las personas que se han acercado a mí era lo suficientemente buena para que yo pudiera mantener una relación de afecto o simplemente amistad", señala.
A sus padres les echa en cara tener una actitud tan protectora con ella que acabaron por anular su personalidad: "Desde el primer momento en que se vislumbró la posibilidad de que llegara a ser jugadora profesional, mis padres estuvieron obsesionados con controlarlo todo (...) Opinaban absolutamente de todo, hasta de las cuestiones más nimias".
Arantxa pone muchos ejemplos de ello, como la vez que le propuso a su hermano Emilio -"era mi héroe y el espejo en el que mirarme profesionalmente", confiesa- ser sus socia en la academia de tenis que había abierto en El Prat de Llobregat: "La respuesta de mi padre fue una rotunda negativa, y tanto para mi hermano como para mí fue un enorme disgusto".
"No puedo evitar pensar cuánto me he equivocado al no haber sido más autosuficiente en todo lo que concierne a mi carrera", escribe la menor de los Sánchez Vicario, quien se define como "la víctima y la engañada" y no como la mala hija que otros quieren hacer ver.
La mejor tenista española de todos los tiempos asegura que romper la relación con toda su familia le ha supuesto "un gran sufrimiento", pero que a lo ha hecho "por salud mental" y para poder "rehacer" su vida.
"No siento resentimiento ni soy capaz de odiar a nadie, pero tampoco puedo ser una hipócrita y seguir fingiendo que no pasa nada: lo que ha sucedido es muy gordo, muy grave y afecta a toda mi familia, a mis planes de futuro, a la posibilidad de poder hacer una vida normal", concluye Arantxa Sánchez Vicario, que ha emprendido acciones legales contra sus progenitores para recuperar lo que considera que le pertenece.
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