¿Qué intenta transmitir en Dando el cante?
–Bienestar. Las sensaciones que tiene la realidad de transformarse utilizando como arma la imaginación y el sentido del humor. Dando el cante es lo cotidiano en varias versiones. Es un espectáculo que sorprende y divierte.
¿Qué ha aportado a su carrera Joan Font?
–El trabajo que realicé con Joan Font y el equipo de Comediants para la cabalgata de la Expo 92 estaba enfocado al teatro de calle y aunque ya había realizado trabajos de ese tipo, amplié conocimientos sobre creación de personajes, canalización de la energía, ritmos, así como creación de gags cómicos.
¿Cómo se le ocurrió introducir el flamenco en el discurso teatral?
–El espectáculo nació por pura casualidad. Me estaba preparando para cantar flamenco en una sala y el día del estreno me entró el pánico. Salí y vi una multitud expectante. En mi vida había pasado tanto miedo. Sentí un enorme respeto al flamenco, los nervios empezaron a traicionarme y en mi cabeza surgieron mil preguntas: y si me acelero… y si no doy el tono… y se me cruzo de compás… y si me viera la Niña de los Peines o la Perla de Cádiz. Mi intención inicial era darle la bienvenida y las gracias al público y cuando me di cuenta llevaba 15 minutos hablando con un público muerto de risa. Está bien, me dije, si me equivoco al cantar, ya sé cómo sabrán perdonármelo. Aquella noche, entre tanto parlamento y tanto cante se produjo una catarsis, lo juro, y de ahí nació Dando el Cante.
¿En qué te inspiras para crear este espectáculo?
–En la vida, me limito a vivir intensamente. Me gusta observar desde una cafetería llena de ‘marujas’, a un vendedor del ‘mercao’ del ‘Jueves’ de la calle Feria, los carteles de las tiendas, conversaciones con amigos y, por supuesto, estudiar algo de matemáticas.
Háblenos de su trabajo junto a Riqueni y Arcángel.
–Es uno de los mejores trabajos que he hecho. Tuve la suerte de trabajar también con artistas tan brillantes como Isabel Bayón, José Luis Ortiz Nuevo, Manuel Rodríguez y con la dirección de Pepa Gamboa y Pedro G. Romero.
¿Qué representa para ti Sevilla?
–La puerta grande por la que entré a trabajar de manera profesional, a ganar dinero vamos. El lugar donde he encontrado grandes amigos, excelentes personas y algún que otro personaje. En Sevilla no hay ‘malajes’ y yo soy alérgica a los ‘malajes’. Es una ciudad inolvidable. Para mí es absoluta gratitud. Estoy deseandito que me den un premio para decirlo.
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