Llegó al Gobierno tras la victoria socialista de marzo de 2004 de la mano del ex ministro del Interior José Antonio Alonso, integrante también de la carrera judicial y amigo personal de José Luis Rodríguez Zapatero.
Cuando Rubalcaba aterrizó en el ministerio en abril de 2006, apenas unos días después de que ETA declarara su penúltima tregua, el ahora candidato socialista siguió confiando en él y Camacho ha continuado en su puesto hasta hoy, como buen conocedor de los entresijos de la banda terrorista.
Nacido en Madrid en 1965, ingresó en la carrera fiscal en 1991 y desde entonces ejerció en la Fiscalía de los tribunales superiores de justicia de Valencia y Madrid, en la Sección de Vigilancia Penitenciaria, en los juzgados de Getafe y en la Secretaría Técnica.
Como fiscal, Camacho llegó a ser presidente de la Unión Progresista de Fiscales (UPF), asociación de la que fue cofundador otro de los ministros del primer ejecutivo de Zapatero, Mariano Fernández Bermejo.
Durante el ejercicio del cargo como "número dos" del Ministerio del Interior, se ha creado el mando único de la Policía y la Guardia Civil y se han incrementado las plantillas de ambos cuerpos.
Además, se han puesto en marcha el Centro Nacional de Coordinación Antiterrorista (CNCA) y el Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CICO), con agentes especializados.
También se ha reforzado la lucha contra la inmigración ilegal para tratar de frenar la llegada masiva de inmigrantes a las costas españolas, que en 2006 alcanzó niveles alarmantes, una tarea en la que se ha implicado personalmente con varios viajes al África subsahariana.
Junto a Rubalcaba, Camacho gestionó la tregua de 2006 que abrió un proceso de negociación con los terroristas, pero que terminó de forma abrupta con el atentado de Barajas del 30 de diciembre de 2006, en el que fueron asesinadas dos personas.
Durante ese alto el fuego se produjo uno de los episodios que han marcado sus últimos años en Interior: el chivatazo con el que se alertó a ETA de una operación contra su red de extorsión, el conocido como caso Faisán.
Tanto Camacho como el propio Rubalcaba han sido el blanco de las denuncias del PP, que han enmarcado el caso en el proceso de negociación con la banda terrorista.
El día del chivatazo, ocurrido el 4 de mayo de 2006, el entonces secretario de Estado de Seguridad habló por teléfono con algunos de los imputados en esta causa, en la que se investiga un presunto delito de colaboración con ETA.
No obstante, el pasado 4 de febrero el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz rechazó citar a declarar a Camacho por estos hechos al entender que su testimonio sería "irrelevante".
Más allá del caso Faisán, y siempre como "mano derecha" de Rubalcaba, Camacho ha logrado importantes éxitos en la lucha contra ETA, con operaciones policiales que han mermado de forma sustancial su capacidad operativa y han permitido detener a quienes han ido ocupando de forma sucesiva la cúpula de la organización terrorista.
Un acoso policial que empujó a la banda el pasado 10 de enero a decretar un nuevo alto el fuego permanente, de "carácter general" y "verificable internacionalmente", que aún sigue vigente.
El nombramiento de Camacho supone una apuesta por la continuidad y un relevo natural al frente del Ministerio del Interior, donde el hasta ahora secretario de Estado abandonará el discreto papel de "segundo" para tomar las riendas de una de las carteras estrella del Gobierno.
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