A las puertas del 'centro de reconciliación' de Latakia, en el oeste de Siria, la cola de militares del antiguo Ejército de Bachar al Asad que vienen a legalizar su estatus con las nuevas autoridades de los insurgentes se expande a lo largo de cientos y cientos de metros.
Uno tras otro, a la señal de los guardias, van posando para que les hagan una fotografía agarrando un papel con su nombre, al más puro estilo Hollywood. Acto seguido, entran a declarar su información personal, entregan sus armas y vehículos militares, y ya son libres para ir a vivir sus vidas.
"Son diez minutos, no más", explica a EFE Abu Wesam, uno de los responsables de las mesas de registro.
Hasta hace dos semanas, cuando una coalición de grupos islamistas y proturcos derrocó a Al Asad, los de la fila y los que les guían en el proceso de 'reconciliación' tenían como misión matarse los unos a los otros.
Hoy, las mismas armas que empleaba el bando gubernamental se reparten en tres montones en el suelo de una de las salas: una para fusiles, otra para pistolas y una tercera para cargadores. Sobre la mesa, una montaña de llaves de vehículos que a partir de ahora pertenecerán a las autoridades de los rebeldes.
Millares
"Les damos un papel, una tarjeta de protección temporal que les garantiza la libertad de movimiento en todo el territorio sirio (...) Con las garantías ofrecidas, no sufren ninguna molestia y esto motivó a muchos", dice Abu Wesam, mientras nuevos exmilitares van entrando a las diferentes salas.
Las nuevas autoridades ya tienen centros como este en la mayoría de capitales de provincia del país y siguen abriendo más, como hicieron el sábado mismo a las afueras de Damasco.
El jefe de las instalaciones en Latakia, Mahmoud Zadi, apunta a EFE que en tan solo una semana operando han recibido a millares de miembros de las antiguas tropas gubernamentales de todos los rangos, "de soldado a general", actualmente a un ritmo de unos 1.500 por día.
Según comenta, solo el primer día recibieron a un número más reducido, unos 500, que enseguida se dobló el segundo día y que no ha bajado de 1.500 desde el tercero.
Qasem, de 28 años, es uno de los que aguarda su turno esta mañana en Latakia, donde defiende que ha venido a arreglar su situación con los insurgentes "por voluntad propia", tras pasar un lustro de su vida formando parte de las tropas leales al expresidente sirio en condiciones cuestionables.
"Hasta comunicarnos con nuestros hermanos en la otra parte estaba prohibido, solo comunicándose con la otra parte el militar ya estaba repudiado. Así que me encogía, porque si hablaba con alguien de la otra parte me destituían; mi destino se sabía cuál era, la cárcel", asevera el joven a EFE.
Unas patatas y un huevo
Para Wesam Mohamed, su paso por las Defensa Antiaérea de Al Asad fue especialmente duro, pues a lo largo de los años vivió muchas penurias pese a integrar uno de los equipos más importantes para enfrentar los ataques de Israel.
"Era teniente primero, cada dos o tres días me llegaban unas patatas y un huevo. Entonces, me veía obligado a hacer otro trabajo en cosas como electricidad o en negocios sueltos para mejorar los ingresos", recuerda en declaraciones a EFE, mientras trata de cerrar esa etapa de su carretera en el centro de Latakia.
Cuenta que cobraba unas 500.000 liras sirias, hoy equivalentes a unos 40 dólares, y que no le daba para vivir ni "cuatro o cinco días".
Si se atrevían a quejarse les tachaban de "cobardes", por lo que seguían "bajando la cabeza" y pasando sus días de trabajo en trabajo. "Estábamos marginados totalmente, más oprimidos que todo el pueblo sirio, porque nuestro cuello estaba en sus manos", lamenta el exteniente.
Wesam comenta que le gusta la vida "civil" que ha estado experimentando durante las dos últimas semanas, pudiendo estar con su familia y sin tener que ir "de guerra en guerra y de conflicto en conflicto" para beneficio de unos pocos.
"La banda de Al Asad y unos cuantos a su alrededor son los beneficiarios, mientras que nosotros éramos el combustible, pasara lo que pasara nos mandaban a combate, si no eras un traidor", concluye.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es