La unión nacional en torno a la reconstrucción de Notre Dame ha tenido sus fisuras. ¿La culpa? La sustitución de varias vidrieras del siglo XIX, un plan apoyado por el presidente Emmanuel Macron pero rechazado pública y jurídicamente por especialistas en arte y patrimonio.
Concebidas por el arquitecto Eugène Viollet-le-Duc (1814-1879) durante la gran restauración del siglo XIX para dar más luminosidad al templo medieval, las vidrieras en cuestión -en seis capillas de la fachada sur- sobrevivieron al virulento incendio de abril de 2019.
Sin embargo, Macron ha preferido que se cambien por unas más modernas alegando que era necesario un toque contemporáneo a la catedral.
"Hoy sabemos que Eugène Viollet-le-Duc fue un grandísimo creador, no un mero restaurador y su contribución a Notre Dame está catalogada como monumento histórico", expone a EFE Julien Lacaze, presidente de Sites and Patrimoine, la asociación de defensa del patrimonio más antigua de Francia y que prepara un recurso judicial para paralizar el cambio.
Lacaze censura el plan presidencial para las vidrieras, que se ejecutaría en 2026, después de la reapertura del próximo fin de semana, porque "restaría coherencia" a la catedral, opinión compartida por Didier Rykner, el periodista especializado y fundador y director de la publicación 'La Tribune de l'Art'.
Rykner instigó el pulso con Macron por la petición pública que lanzó a finales de 2023, en la que solicitó el mantenimiento de las vidrieras. La iniciativa sumó, en cuestión de semanas, más de 150.000 firmas (hoy superan las 200.000).
Casi un año después, este especialista en arte y patrimonio asegura que "el combate no está perdido" porque no se ha adoptado ninguna decisión oficial.
La propia licitación pública para el proyecto, a la que se presentaron ocho artistas que contarán con un presupuesto de 3 millones de euros, no ha sido comunicada aún.
"La Justicia administrativa puede intervenir para bloquear la instalación de las vidrieras preventivamente. Y después puede recurrirse al Consejo de Estado (máximo órgano del ámbito administrativo), que puede juzgar sobre la legalidad de la decisión" de Macron, detalla a EFE.
Rykner sostiene que el presidente francés y el Arzobispado de París, encabezado por Laurent Ulrich -también favorable a cambiar las vidrieras-, no deberían ir en contra de lo dictaminado el pasado verano por el comité de expertos de la Comisión Nacional del Patrimonio y la Arquitectura (CNPA), un órgano consultivo dependiente del Ministerio de Cultura.
Entre otros argumentos, la CNPA sostuvo en julio que no "se podían sacrificar elementos patrimoniales que presenten un interés público desde el punto de vista histórico o artístico".
El fundador de 'La Tribune de l'Art' puntualiza además que las vidrieras salieron relativamente indemnes del incendio y posteriormente fueron restauradas.
¿Las vidrieras antiguas en un museo?
Si se ejecuta el controvertido plan de Macron y Ulrich, las cristaleras serán expuestas en un futuro museo dedicado a Notre Dame que se ubicará en el complejo de Hotel de Dieu, adyacente a la catedral.
"Las vidrieras tienen interés vistas desde dentro, fuera de la catedral no tienen sentido", explica este experto.
El momento de unión nacional que ansiaba el jefe del Estado francés desde que se inició la reconstrucción a mediados de 2019 y que movilizó al mundo (la reconstrucción se ha financiado con donaciones de todo el globo que llegan a los 800 millones de euros) se ha visto truncada por esa polémica.
"Ha habido cosas buenas en los cinco años de reconstrucción, que suscitaron una gran esperanza. Todos los países miran a Francia y dicen: 'Francia sabe restaurar los monumentos'. ¿Por qué estropear la fiesta con esta polémica absurda?", sentencia Rykner.
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