Incluso sonriendo llegaba Torrijos a su cita con la jueza Alaya, que intentó en su interrogatorio buscar esa “participación activa” del dirigente de IU en la venta fraudulenta de los terrenos de Mercasevilla. Pero Torrijos -al que le imputa delitos de maquinación para alterar el precio de las cosas, prevaricación, fraude y exacciones ilegales- había ensayado y a lo largo de toda su declaración -a la que ha tenido acceso Viva Sevilla- repitió milimétricamente su guión: siempre actuó bajo los principios de transparencia, publicidad y legalidad; decidió con la “tranquilidad política y jurídica” que le daban la intervención de los técnicos y todo fue aprobado por unanimidad por los órganos de Mercasevilla, incluso con el apoyo del PP, cuya felicitación se encargó de recalcar incluso al ratificar su declaración.
Torrijos reconoció que desconocía varios aspectos significativos del proceso, como el contencioso previo con la empresa Lareda; los defectos de formas de los proyectos presentados a concurso; los borradores de los pliegos o la existencia de claúsulas beneficiosas para Sanma o que ésta entregó un millón de euros para prejubilaciones por la licencia de ocupación.
Según Torrijos, todo el proceso fue redactado por técnicos y personal de “más alta cualificación” que él, en los que confiaba, defendió el concurso frente a la subasta y dijo que consideraba la oferta social de Sanma mejor que la de Noga.
La incógnita de quien introdujo, inspiró u ordenó la introducción de las dos cláusulas en el pliego que beneficiaron a Sanma no se aclaró. A pesar de que la jueza preguntó de mil maneras, Torrijos en que él no fue responsable, ni siquiera inspirador, pero tampoco reveló quién lo ideó.
Las declaraciones de los técnicos
A Torrijos le “sorprende” que los técnicos que diseñaron el concurso consideren excesiva la puntuación entre la oferta social de Sanma y Noga. No lo dijeron en su día y le sorprende “además que ahora digan lo que no dijeron entonces”, apuntó ayer.
Valderas atribuye a la jueza el daño electoral
El coordinador general de IULV-CA, Diego Valderas, ha considerado que la jueza Mercedes Alaya debe estar “contenta y satisfecha” por el “daño electoral” que, a su juicio, ha causado a IU en las municipales tras la imputación de Antonio Rodrigo Torrijos.
Según Valderas, ha habido “cierta malicia” y se ha preguntado si la Justicia “va a responder por el daño causado” a IU en Sevilla.
EL INFILTRADO
Los entresijos de un despacho mediático
El día de ayer en el despacho de la jueza Alaya fue una jornada que algunos letrados calificaron de pintoresca. Desde las diez y media de la mañana hasta casi las siete de la tarde, sin parar ni para comer, veinte abogados, un fiscal, el secretario, una funcionaria y la “mediática” jueza, con el escurridizo Torrijos, tuvieron en vilo a los medios locales.
Las constantes trifulcas verbales entre la señora jueza y la letrada de Torrijos arrancaban los murmullos en las filas traseras de abogados, que, a medida que pasaban las horas, mostraban con menos disimulo su aburrimiento y hambre.
Cuando todo parecía terminado, su señoría desalojó su despacho y se tomó una hora en repasar la declaración ya terminada. Acto seguido, fue Torrijos quien con parsimonia y cierto toque de chulería dijo, “ahora me toca a mí y que nadie tenga prisa”. Otras dos horas de repaso a su declaración y de discusiones con la jueza de que si dije, no dije, quise decir o diré.
No dijo nada, excepto que todo su interés era que la enajenación de los suelos fuera hecha con la máxima transparencia. No quiso, en cambio, contestar preguntas como quién fue el “autor” de la claúsula que desechaba la oferta más alta; por qué se hacía política social con los activos de una empresa; por qué el dinero de los suelos iba a parar en parte a una Fundación y no a la propia Mercasevilla y sus socios (en verdad los dueños del suelo) y si esa Fundación se creó de manera específica para gestionar gran parte de esos fondos.
Silencio en letrados como el de Mercasevilla y PA; capotes de apoyo del letrado del PSOE que a duras penas se mantenía despierto; un fiscal muy light y muchas horas de charla en los aledaños del despacho de la jueza entre los abogados con el propio Torrijos, bromeando sobre el carácter mediático del caso o las maneras inquisitoriales, pero poco efectivas, de su señoría.
Al final Torrijos, que entró tembloroso, salió crecidito y con la sensación de que poco se tiene contra él, excepto si los mayoristas de frutas no se sacan pronto un conejillo de la chistera y recolocan este asunto en el ámbito mercantil en el que desde un inicio debió estar.
Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es