De ellas, las que tendrán una mayor repercusión en los ciudadanos de manera inmediata son la peatonalización de la calle Honda y los nuevos recorridos de los autobuses urbanos.
De ambas, tampoco viene mal recordarlo, se viene hablando desde hace mucho tiempo, sobre todo de la primera -peatonalizar Honda- una idea que anteriores gobiernos tuvieron en mente pero que por unas u otras causas no llegaron a poner en marcha.
El nuevo Plan de Movilidad, y en realidad cualquier otro que se hubiera podido poner en marcha, han nacido, no obstante, con un fuerte lastre, fruto de una errática política de movilidad seguida por el anterior alcalde, que supo ver en su día la necesidad de peatonalizar la calle Larga, imponiendo acertadamente su criterio a la visión pueblerina de quienes se oponían a dar este paso, y que, no obstante, promovió la construcción de aparcamientos subterráneos en el centro, especialmente uno de ellos en el mismo corazón de Jerez.
Con esta decisión se hipotecó para decenas de años la política de movilidad de quienes estén llamados a gobernar Jerez que no podrán seguir peatonalizando calles que deberían serlo tras Honda; como ejemplo más palpable está el caso de Corredera.
Obviando esa dificultad, o mejor dicho, buscando alguna fórmula que limite el tránsito, como por ejemplo dejando la calle Corredera solo -y exclusivamente- para acceder al referido aparcamiento y/o residentes, dando por buena la nueva red de autobuses urbanos y confiando en que el tranvía pueda convertirse en una realidad en no demasiado tiempo, queda pendiente crear la tan cacareada red de carriles bici que, ante todo, debe ser visible para evitar conflictos con peatones y conductores de otros vehículos.
A partir del lunes 12 de enero se pondrán en marcha las primeras medidas del nuevo Plan. Su éxito dependerá tanto del acierto de su diseño, como del comportamiento que los ciudadanos respecto a él.
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