En los últimos días, han aflorado a la opinión pública barbateña declaraciones de unos y otros partidos mostrando su preocupación por la situación (especialmente económica) del Ayuntamiento de Barbate.
La aparición en las redes sociales de un extracto de una tarjeta bancaria del gobierno local en el que se mostraban una serie de gastos en comidas por un importe elevado, dio lugar a que el grupo mayoritario de la oposición saliera a la opinión pública señalando esa situación. La respuesta, por parte del equipo de gobierno, no se hizo esperar y el propio alcalde en rueda de prensa explicó que muchos de esos gastos correspondían a eventos en los que él ni tan siquiera había estado y que muchos de ellos eran gastos algo así como protocolarios (como el invitar a comer a la gente que pone los coches de época para la coronación de la reina de las fiestas).
Posteriormente, en esa misma dinámica de preocupación por lo público, el Partido Socialista dio una rueda de prensa donde comentaron su preocupación por la situación económica del ayuntamiento y la necesidad de las compensaciones por el Retín. En la misma rueda de prensa, un senador socialista comentó que, en un futuro, sin precisar fechas, la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Hacienda vendría a Barbate para reunirse con el Ayuntamiento y abordar los asuntos pendientes en cuanto a las compensaciones por el campo de tiro de un Retín, algo más que necesario y, sobre todo, de justicia con este pueblo.
Cualquiera desde fuera puede entender que todas las personas que han intervenido en estas ruedas de prensa han expresado su preocupación por el pueblo. Pero, quienes de una u otra forma hemos participado en primera línea de la vida política local de un pueblo, sabemos que cualquier acto que uno hace (esté en el gobierno o en la oposición) puede ser interpretado por tu adversario de una manera muy distinta a la intención con la que tú lo realizas. Y ello supone una gran pérdida de energía y esfuerzo tremendo, que impide a todas luces abordar temas importantes para dar soluciones a los problemas que afectan a la vida colectiva
Sería interesante que las propuestas positivas, vinieran de donde vinieran, se analizaran conjuntamente y contasen con la participación de consejos sectoriales que deben articular la vida del municipio y diseñar conjuntamente con los representantes políticos democráticamente elegidos qué Barbate se quiere para el futuro y cómo abordar los mayores problemas estructurales que padece el pueblo desde hace décadas.
El tema de las compensaciones del campo de tiro sería un buen elemento para iniciarlo creando una comisión a nivel municipal desde el Ayuntamiento con representación de los grupos políticos (tanto con presencia municipal o sin ella), colectivos sociales y económicos (empresarios, sindicatos, culturales…) y entre todos y todas diseñar una estrategia de cómo abordar y convencer a las administraciones competentes la necesidad de esas compensaciones económicas para el municipio de Barbate. Hace unos días me decía una persona que quien trabaje en mejorar Barbate no verá resultados hasta al menos dentro de 10 años, por ello requiere del consenso de todos, para que cuando cambien el gobierno municipal, este trabajo continúe.
Otros muchos temas se podrían elaborar con propuestas conjuntas, vertebrando a los sectores sociales que puedan aportar y enriquecer la vida del pueblo. Pongamos algunos ejemplos. Modelo de ordenación del espacio que queremos. Recursos pesqueros, su nueva ordenación y potencialidades (cultivos marinos, transformación de los productos, adecuación y reestructuración de la flota). Desarrollo turístico, modelos y mercados a desarrollar (mercados actuales, tendencias y potencialidades de nuestro municipio). Potencialidades de nuevas formas de agricultura y la transformación de los productos agrarios. Aprovechamiento de los recursos naturales (el parque natural, los programas de uso y aprovechamientos).
Durante muchos años, algunas personas las defendimos y, mayoritariamente, quedaron sin desarrollar porque, aunque fuesen buenas propuestas, como venían de la oposición, eran rechazadas sistemáticamente, negando esa máxima de que “la unión hace la fuerza”.
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